Gaspar Gil Polo: La Diana enamorada, Madrid, Antonio Sancha, 1778. (Detalle)

 

 


 
 

El mito del héroe caballeresco, esforzado luchador y buen amante, ha quedado un tanto desdibujado a lo largo de la historia literaria. El caballero, protagonista de las novelas de caballerías, inmerso en el tópico del amor cortés, se nos presenta en una doble vertiente: como personaje sobrenatural, capaz de realizar las más valerosas hazañas, y como hombre.

Dos pasiones fundamentales le dominan, las armas y las mujeres. Y precisamente las relaciones amorosas de los caballeros andantes nos permitirán demostrar que aquel amor sublime y espiritual, generador del amor cortés, se convierte ya, desde una de las primeras novelas de caballerías, La gran conquista de Ultramar, del siglo xv, en amor carnal con múltiples ingredientes eróticos.

No todas las novelas presentan esta temática. El caballero Cifar, o La destrucción de Jerusalem, poseen un marcado aliento religioso, piadoso, casi místico, que las aleja de las que aquí comentaremos, más divertidas y audaces.

 

 

 

Tipos de amor

 

Es el sentimiento erótico uno de los elementos generadores de los libros de caballerías. Estos libros nacen de la confluencia de diversas culturas: mitologías bárbaras, cantares de gesta, textos religiosos, actitud bélica (ya que una de las clases predominantes de la Edad Media era la aristocracia guerrera) y la visión sensualista del amor del mundo árabe.

Toda la teoría del amor cortés, al aplicarla a estos libros, queda muchas veces superada e inservible. El móvil del caballero es la posesión física de la dama. El caballero quiere aventuras, batallas, combates y, por encima de todo, el sexo, que le ayuda a culminar con éxito todas las acciones peligrosas en que se ve involucrado.

Es más, algunos autores tienden a describir los lances de amor como si de verdaderas batallas se tratase. Así en Tirant lo Blanc:

Cómo Tirante venció la batalla y por fuerza de armas entró en el castillo.

Esta frase alcanza significación especial en el contexto, ya que se refiere a la primera vez que Tirant consigue hacer el amor con la princesa Carmesina.

Sería interesante mencionar algunas reflexiones sobre el amor hechas en los libros de caballerías; la más completa y acertada es la de Tirant lo Blanc, cuando la criada de Carmesina, Estefanía, describe los tipos de amor que una dama puede tener:

Es cosa acostumbrada y tenida a mucha gloria que las doncellas que están en la corte sean amadas y cortejadas y que tengan tres clases de amores: virtuoso, provechoso y vicioso.

El primero, que es virtuoso y honroso, es cuando algún gran señor, infante, duque, conde o marqués, que sea muy favorecido caballero muy virtuoso, ama a una doncella, y para ella es de mucho honor que las otras sepan que éste danza, justa o entra en batalla por amor a ella y ejecuta hechos honrosos de renombre y fama: ella le debe amor porque es virtuoso y su amor es virtuoso.

Es el puro amor platónico: ambos amantes se conforman con saberse amados. Esa reiteración de la palabra virtuoso indica el afán del autor por resaltar la espiritualidad que preside los actos de los protagonistas.

El segundo tipo de amor lo explica de la siguiente manera:

El segundo es provechoso, y éste es cuando algún gentilhombre o caballero de antiguo linaje y muy virtuoso ama a una doncella y con regalos la inclina a su voluntad y no la ama sino en propio provecho. Este amor a mí no me gusta, pues tan pronto como el provecho cesa, el amor decae.

Este amor implica compra de favores y no aparece casi nunca en los libros de caballerías. En cambio, el tercer tipo de amor es el predominante en estas novelas, y lo comentaremos aquí. Así se define:

El tercero es el vicioso, cuando la doncella ama al gentilhombre o caballero para su deleite, el cual es pródigo en gracias y palabras que os dan vida por un año, pero si pasan más adelante pueden acabar en una cama bien encortinada con sábanas perfumadas, donde podéis estar toda una noche de invierno. Un amor como éste me parece a mí mucho mejor que los otros.

En este amor vicioso hay varios puntos que llaman la atención: el nombre, de atrevida connotación semántica, rozando límites peyorativos, para el que escucha. El sujeto de la acción, que no es aquí caballero, sino mujer. El fin del acto, no otro que el deleite o placer de la doncella. Y, por último, la valoración claramente positiva que el autor da a este amor.

 

 

 

Erotismo

 

Es este amor que proporciona deleite el que más nos interesa, porque va a ser el más practicado por todos los personajes que mencionaremos.

¿Por qué se defiende aquí la idea de que el amor en los libros de caballerías es erótico? Simplemente porque en ellos hemos descubierto descripciones físicas y ambientales marcadamente sensuales, relaciones prematrimoniales y relaciones extramatrimoniales, con incestos, violaciones y adulterios.

En las descripciones físicas de las mujeres los autores suelen fijarse, sobre todo, en el pecho. En El conde Partinuples se retrata así a Urracla, una hermana de la emperatriz:

Los pechos altos, sus tetas pequeñas.

En Tirant lo Blanc, al hablar de las cámaras de los reyes en las bodas del rey de Inglaterra con la hija del rey de Francia, el autor se fija en lo siguiente:

Y encontraron que en el aposento del rey había una mujer toda de plata casi con el vientre un poco arrugado y los pechos que le colgaban un tanto, y con las manos los estaba ordeñando y por los pezones salía un gran chorro de agua muy clara que venía del río por caños de plata, y el agua que manaba de los pechos caía en un aljibe de cristal. Y en la otra estancia donde estaba la reina había una doncella toda de oro esmaltado y tenía las manos bajas junto a su natura, y de allí salía vino blanco muy fino y especial.

La mayoría de los protagonistas de estas novelas son fruto de relaciones prematrimoniales, hacen el amor sin ser matrimonio. Amadís nace sin estar casados sus padres, el rey Perión y su enamorada Elisena:

Como lo fue de esta hermosa infanta Elisena, que en cabo de tanto tiempo que guardarse quiso, en un solo momento, viendo la gran fermosura de aquel rey Perión, fue su propósito mudado de tal forma, que si no fuera por la discreción de aquella doncella suya, que su honra con el matrimonio reparar quiso, en verdad ella de todo punto era determinada de caer en la peor y más baja parte de su deshonra ... Pues así fueron pasando su tiempo fasta que preñada se sintió, perdiendo el comer y el dormir, e la su hermosa color ... Mas en cabo de una pieza quiso el Señor poderoso que sin peligro suyo un hijo pariese.

Canamor, héroe de la novela, La historia del rey Canamor y del infante Turián su hijo, posee a dos doncellas en sendas aventuras:

Y él en esto estando, oyó herir a la puerta y luego cuidó que sería la doncella o su mandado. y levantase en camisa y un manto cubierto y una espada en la mano y metióla en la cámara ... y así holgó Canamor con ella aquella noche y hallóla acabada y doncella ... y así moró Canamor en aquel castillo ocho días muy vicioso con esta dueña.

En la segunda aventura este hérore se acuesta con una doncella, que será más tarde su esposa:

Y así se fueron a la cama ambos a dos y allí folgaron con gran placer de y hallóla acabada doncella.

La misma dueña de Amadís queda embarazada por pasar unos días con su enamorado:

Contado se vos ha cómo Amadís estovo con su señora Oriana en el castillo de Miraflores sobre espacio de ocho días, según parece; que de aquel ayuntamiento Oriana fue preñada.

En el Libro III del Amadís, el rey Lisuarte y la infanta Celinda tienen un hijo natural.

Turián, hijo de Canamor, sigue los pasos del padre, porque también él tiene relaciones prematrimoniales con Floresta.

En el Libro del esforzado caballero don Tristán de Leonís, Tristán se enamora de Iseo, la rubia, a pesar de lo cual mantiene relaciones con otras damas. Por ejemplo, la dueña del Lago de la Espina, con la que cometerá adulterio.

Recordemos que las relaciones entre Tristán e Iseo, la rubia, vienen determinadas porque ambos beben un brebaje preparado para Iseo y el rey Marés, tío de Tristán y futuro esposo de Iseo:

E luego que Tristán e Iseo hobieron bebido el brebaje, fueron así enamorados el uno del otro, que más no podía ser, e dexaron el juego de axedrez e subiéronse arriba a una cama e comenzaron de hacer una tal obra que después en su vida no se les olvidó ni les salió del corazón por miedo de la muerte ni de otro peligro que les acaescer pudiese.

Ejemplo claro de intento de incesto se narra en Oliveros de Castilla y Artús Dalgarbe: el rey de Castilla tiene un hijo llamado Oliveros, y, al enviudar, se casa con la reina Dalgarbe, viuda a su vez y con un hijo, Artús. Esta reina se enamora perdidamente de Oliveros, le requiere de amores y descubre su amor a su hijastro:

... Ca la reina, siguiendo todavía su propósito, se apartaba algunas veces e su cámara e decía entre sí: iAy Oliveros, perfecta criatura, tesoro de mis pensamientos! ... , yo trocare el amor de mi señor por el tuyo.

Más adelante dice:

E, levantándose Oliveros, la reina le apretó los dedos cuanto pudo, de lo cual recibió muy mayor enojo ...

Mi señor y amigo, dixo la reina, sabed que quiero ser vuestra y os doy mi amor. E no es de agora que sois señor de mí e que me penan vuestros amores, mas temor e vergüenza me han fecho tan long amen te callar. E si la fortuna me fuere tan contraria que no merezca ser vuestra, yo me mataré por mis propias manos. Por eso, amigo mío, mi vida e mi muerte está en vos.

 

 

 

Adulterio

 

El tema del adulterio es uno de los más explotados. En El conde Partinuples aparece un hecho curioso que se repetirá en otras obras: como el rey no debe tener hijos, dormirá con una doncella joven hasta que pueda dejar preñada a la reina:


En esto, la dueña encantadora trara su mano con la doncella mora cómo holgase con el emperador, hasta que la doncella mora ge lo otorgó e le prometió que le placía dormir con el emperador.

El caballero Partinuples, ya casado y aunque el autor dice varias veces que no consuma su matrimonio, duerme esporádicamente con una enamorada que no es su esposa:

Y estando así, vino la emperatriz a hacerse un poco adelante hacia donde estaba el doncel e hizo que se desperezaba e tendió la pierna e dio en el e, porque él no hobiese miedo, dixo así: S. B María, dime qué cosa es esta que está aquí echada en mi cama... Y el doncel, desque vida que no hablaba nada, bien pensó que dormía e llegase a ella poco a poco.

E puso muy queda la mano encima de sus pechos de la emperatriz, y ella quitósela de recio e no dixo nada ...

Catole así mismo la frente y los ojos e la nariz e la boca e la garganta e los pechos y los brazos e las manos, e contole los dedos, porque se cuidaba que era mano fendida. Después tentóle el cuerpo e católe el vientre e los muslos e las piernas e las espaldas e los pies e los dedos ...

E después el doncel la sintió que estaba acostada, allegase cerca de ella e tomóla en sus brazos con muy gran placer. E así estovieron abrazados holgando con el mayor gozo del mundo.

Turián, uno de los caballeros del libro ya citado La hija del rey Canamor, una vez casado con Floresta, tiene descendencia con la hija del emperador Excelonesa:

... ·Y desque Excelonesa las vio bien arredradas, entró con Turián so el rosal y allí hizo Turián todo su contento con la infanta y fue el amor doblado a ambos y el cuerpo muy aderezado.

Tristán comete doble adulterio: con la dueña del Lago de la Espina y con el hada Morgaina. y son adúlteras estas relaciones, porque Tristán promete fidelidad a lseo, la rubia, pero acaba casándose con lseo, la de las blancas manos; aun. así Tristán mantendrá relaciones con la primera, lseo, y con las otras damas mencionadas.

En la cita que este héroe tiene con la dama del Lago, el amor aparece como cura milagrosa que le hace olvidar el dolor de sus heridas:

E fueron a cenar e, luego que hobieron cenado, fuéronse acostar en una rica cama. E allí comenzaron una tal obra que Tristán no había fecho en toda su vida ni sabía qué cosa era el amor de mujer. E mucho le dañaba la herida que tenía. E así estovieron en gran solaz y alegría fasta la medianoche. Y estando en aquel solaz, llamó a la puerta del castillo su marido de aquella dueña del Lago del Espina.

Casada lseo, la rubia, con el rey Mares, se fuga con Tristán y vive con él. También en este mismo libro, Lanzarote vive con la reina Ginebra, esposa del rey Artur, y cuando se la devuelve al rey, éste le perdona.

El nivel moral de la sociedad queda en evidencia con la patraña que el hada Morgaina inventa para vengarse: regala al rey un cuerno encantado; con él la que sea casta podrá beber el vino sin problemas; mas si no lo es, el líquido se le derramará en el pecho.

El rey pone a prueba a las damas de su corte, incluyendo a su esposa, y todo acaba de la siguiente manera:

E cierto que de trescientas ochenta dueñas que eran a la sazón en la corte, no hobo sino veinte y una que con el cuerno pudiesen beber.

El adulterio de Tristán e Iseo, la rubia, es descubierto por una doncella que se había ofrecido a dicho caballero y que había sido rechazada por él. Ella busca la forma de que lo maten:

E Aldaret fue con ella e vio a Tristán e a la reina en la cama a su gran placer.

Tristán libera a la condesa del Bello Estar que acusada de adulterio por su marido y sus hijos, ha de combatir por ella, para que luego el rey demuestre que es adúltera:

Entonces el rey la besó una y muchas veces festejándose con las caricias que se acostumbran entre desposados.

Aunque Tristán logra vencer en la batalla por la condesa, ésta demuestra con sus actos lo contrario.

También comete adulterio la mujer del emperador en Tirant lo Blanc, pues se enamora de Hipólito, un joven mancebo con quien acaba casándose al quedar viuda:

Y dicho esto, pronto Hipólito estuvo desnudo, fue hacia la vieja gentil y quitóle la ropa que vestía, quedando en camisa... y su hija Carmesina se le parecía en muchas cosas, pero no en todas en general, pues ésta, a su tiempo la superaba... Cuando se acercó a la cama -una doncella de la emperatriz- vio un hombre al lado de la emperatriz, que tenía el brazo extendido y la cabeza del galán sobre el brazo y la boca en la teta.

A pesar de estos devaneos amorosos, los dos tendrán un final feliz y bendito:

Y cuando el emperador y la emperatriz pasaron de esta vida, ya eran muy viejos y murieron los dos en el mismo día y fueron puestos en rica tumba que el emperador había mandado hacer. Y podéis estar seguros que por su buena gobernación y por su buena y virtuosa vida, están colocados en la gloria del paraíso.

 

 

 

Violaciones

 

Las violaciones son algo inherente a las batallas que en estos libros se suelen sostener con los infieles.

En Roberto el diablo, el protagonista comete numerosos actos deshonrosos:

Y entraba en las aldeas y forzaba mujeres y mataba a los maridos y corrompía a las doncellas no mirando si eran madre o hija, o si eran hermanas.

Los mismos compañeros de aventuras de Roberto le echan en cara:

Tu nos hiciste forzar mujeres, desflorar vírgenes.

La violación de la infanta de Sicilia, por Felipe, al que ayuda Tirant, recuerda una escena celestinesca y malvada, enfocada desde el prisma del humor:

Tirante guiñó un ojo a Felipe, que prestamente la cogió en sus brazos y la llevó a un lecho de reposo que había y la besó cinco o seis veces ...

Señora -dijo Tirant-, Felipe y yo estamos aquí sólo para serviros.

Tenga vuestra benigna merced un poco de paciencia.

Y Tirant la cogió las manos y Felipe quiso usar de sus auxilios. La infanta gritó y vinieron las doncellas y les tranquilizaron y les dieron por buenos y leales ...

... De tal modo fue festejada la infanta, que quedó muy contenta de Tirant, y mucho más de Felipe, que le hizo tal obra, que jamás olvidó.

Después de haber analizado estos ejemplos podemos llegar a las siguientes conclusiones:

Algunos héroes caballerescos se caracterizan por sus deseos de aventuras no sólo guerreras, sino también amorosas: por su concepción de la mujer (a la que no creen un ser ideal, sino de carne y hueso, que les ayuda a sobrellevar el peso de las luchas continuas) y por su concepción del amor, pues ven al sexo como algo liberador, como un placer que se debe disfrutar.

Hay un paralelismo claro entre batalla de amor y batalla bélica. El vencer en la cama hace que el héroe también venza en el campo.

El concepto de la fidelidad no está marcado por igual en cada caballero; Tirant, por ejemplo, se enamora de tres mujeres a la vez, con un amor puro, en cuanto que él se entrega de cuerpo y alma.

En las novelas estudiadas predomina el amor físico sobre el espiritual. El idealismo del que algunos caballeros suelen hacer gala brilla aquí por su ausencia.

Queden estas palabras como una nueva y posible interpretación del amor caballeresco. Pero no queremos generalizar, porque cada autor debe tener una teoría sobre la vida y el amor.

 

 

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NOVELAS DE CABALLERIAS

 

imagen de la misma edición de 1533 reseñada más arriba.

 

La copiosa serie de novelas de caballerías fue dividida por el erudito Pascual de Gayangos en varios grupos. El primero corresponde al ciclo bretón y alude a las leyendas llamadas célticas, relacionadas con la historia del rey Arturo, los Caballeros de la Tabla Redonda y el Mago Merlín.

Los libros de caballerías inspirados en Carlomagno y los Doce Pares de Francia componen el segundo ciclo o ciclo carolingio.

El tercer ciclo abarca los libros de caballerías greco-asiáticos, que desarrollan sus aventuras en el este del Mediterráneo. Muchos de ellos incluyen temas derivados de leyendas orientales. Se dividen fundamentalmente en amadises y palmerines.

Entre los primeros, hay que citar los libros del Amadís de Gaula, las Sergas de Esplandián, el Amadís de Grecia, la crónica de sus hijos don Florisol de Niquea y el fuerte Anaxartes, el Esferamundi de Grecia y el Penalva.

De los palmerines, el Palmerín de Oliva, la Historia del invencible caballero don Polindo, la Crónica del caballero Platir, el Palmerín de Inglaterra.

Comprende el cuarto grupo de libros de caballería los titulados a lo divino, o sea, de inspiración edificante. Citemos entre ellos: Caballería cristiana, Hechos del Caballero de la Estrella, Libro de Caballería Celestial, El Caballero del Sol y la Historia del Peregrino de Hungría.

El grupo siguiente engloba a los libros de caballerías fundados en asuntos históricos, principalmente españoles: Crónica Troyana, Historia de Bernardo del Carpio, El Conde Fernán-González, las Crónicas del Cid Rui Díaz, los Condes de Barcelona y la Crónica del rey Rodrigo.

Forman el sexto grupo las traducciones e imitaciones de Orlando: Orlando enamorado, Orlando furioso, Orlando determinado, Genealogía de la toledana discreta, Florando de Castilla, Los Amores de Milon d'Anglante y Libro de los famosos hechos del príncipe don Celidón de Iberia.

Cierra su clasificación Pascual de Gayangos, anotando los libros independientes de las series anteriormente mencionadas y aquel otro formado por literatura, no propiamente caballeresca, aunque ligada a ella cronológica o temáticamente.

He aquí una lista extractada de los libros mencionados en el primer apartado: El Caballero Arderique, Historia de don Belianís de Grecia, El Caballero de la Rosa, El Caballero Cifar, Don Claridoro de España, Clarindo de Gracia, Clarisel de las Flores, El Caballero del Febo y su hermano Rosicler, El caballero Félix Magno, El príncipe Felixmarte de Hircania, Libro de Floriseo, Leonís de Grecia, Lidamante de Armenia, Lucidante de Tracia, Historia de los nobles caballeros Oliveros y Artús Dalgarbe, Don Policisne de Beocia, Raimundo de Grecia, Tirant lo Blanc y Don Clarián de Landanis.

Señalemos, por último, algunas historias caballerescas: El Conde Partinuples, Laureano y Laureola o Cárcel de Amor, Historia de la linda Melosina, Historia de la linda Magalona, Flores y Blancaflor, El moro Abindarraez y la hermosa Jarifa, Historia del rey Cananor y de su hijo el infante Turián, el caballero Clamados, Historia de Walter y Griselda e Historia de los honestos amores del caballero Peregrino y de doña Ginebra.

 

 

 

 

 
 

Las lides amorosas

 

HISTORIA 16 AÑO VIII ,Nº. 83 MARZO 1983 PÁGS. 48-55

 

Concha Mª. Ventura Crespo  
 
Profesora de Historia de la Literatura