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Resulta evidente que quien intente acercarse al estudio de la temática del milagro en la Edad Media no debe dejar pasar por alto la enorme importancia que la caracterización de dicha temática tuvo en el siglo XIII en la Corte de Alfonso X el Sabio. Nos referimos a la compilación de las Cantigas de Santa María. Es por ello que nos hemos planteado el estudio del códice T-I-I de las Cantigas conservado en El Escorial, donde a partir de sus representaciones miniadas referentes a los loores y hechos milagrosos de la Virgen se constatan elementos para poder aproximarnos a dicho estudio iconográfico (1).
En primer lugar, deberemos plantearnos qué se entiende por milagro en el período gótico. Para ello contamos con una definición y caracterización precisa en una obra coetánea a dichas Cantigas: Las Partidas. Las Partidas recogen y unifican el código legal de la época atendiendo a diferentes ámbitos, establecen y disciplinan la legislación del momento. Así, entre las diferentes leyes que forman dicho compendio aparecen recogidas dos que hacen referencia a: "Que departimento ha entre natura e miraglo" y "Quantas cosas a menester el miraglo para ser uerdadero" (2). Ambas leyes nos clarifican el concepto del milagro en la época: a) El agente último del milagro es Dios, que con su infinito poder puede actuar contra natura. Concepto de Virtus Dei o Fuerza de Dios.
b) En el concepto de milagro podemos
diferenciar: c) Plantea la posibilidad de intervención, sea la Virgen o los Santos como agentes actuantes o realizadores del milagro en virtud de su santidad y bondad. (Téngase en cuenta el surgimiento de los milagros y leyendas hagiográficas a partir del gótico.) d) Concepto de intencionalidad. El milagro como elemento que confirma la fe, donde es prueba, señal y signo, dentro de una funcionalidad expresa de reafirmar y propagar lo religioso. Se enmarca así como prueba de una acción edificante, compensadora y esperanzadora. El hombre no está solo en su cotidianeidad, los seres superiores velan por él. Se exaltan hechos como la oración por la cual el hombre consigue un acercamiento mayor a la divinidad, favoreciéndose de su auxilio o socorro. Intencionalidad que lleva a la persuasión, al relanzamiento incluso de ciertos santuarios marianos como nuevos centros de peregrinación (véase Sta. María de Salas en las Cantigas números 43, 44, 109, 118, 129, 161, 164, 166, 167, 171, 172, 178, 179, 189, o Sta. María de Rocamador en las número 153, 157, 159...). e) Concepto de admiración, de hecho asombroso que causan los milagros en los hombres, "relatos que impresionan fuertemente la mentalidad semiinfantil del pueblo" (3). El maravillarse, el sentirse impresionado como consecuencia de los sucesos extraordinarios que acontecen. Ley LXVa, "porque es cosa muy maravillosa a los omnes", p. 60. Se llega a un proceso de sublimación, de exaltación de los que pueden acudir en subsidio del hombre, porque todo se mueve en la dialéctica Dios-Diablo, en la que lo didáctico, lo moralizante y ejemplar religioso alcanzan sus máximas cotas con el proceso de transmisión y propagación que el milagro conlleva. Tras esta clarificación del concepto, analizaremos seguidamente la interpretación del tema que se deriva del estudio de las seis escenas o viñetas en que se dividen las 192 Cantigas miniadas del códice T-I-I.
Tras observar el desarrollo de las representaciones miniadas queda claro que la Virgen es la figura central de las diferentes composiciones. Estamos ante una obra, las Cantigas, que exalta, elogia, loa y ensalza la figura de Santa María.
Su presencia abrumadora se manifiesta
por doquier. El propio texto de las Cantigas exhorta
reiteradamente nuestra necesidad de ella (4): De tal manera que solamente en 12 de las Cantigas miniadas no aparece su representación. En el resto su presencia se manifiesta de alguna manera (5). Si nos preguntamos por este afán de colocar a María como fuerza o eje que mueve el conjunto de prodigios, encontraremos la respuesta en la Cantiga LX donde se contrapone a Eva con la Virgen, la Virgen como nueva Eva que nos abre las puertas del Paraíso, puesto que gracias a ella y a la muerte de su hijo Jesucristo nos da la posibilidad de redimirnos del pecado. - Cant. XL: "... Y con Él nos redimiste de la muy gran locura que hizo Eva y venciste al que nos venció", p. 79. Todo ello coincide, además, con un incremento en todos los órdenes de su culto y devoción, una exaltación poética y artística de su labor que se acrecienta fuertemente. Se populariza su advocación, referencias a los gozos y dolores de la Virgen, loores... Los centros marianos se reafirman como lugares de peregrinación. Asimismo, se van destacando las fuentes de los milagros de la Virgen, diferentes compilaciones sobre mitos, leyendas y creencias asignados a ella. Se formulariza el llamado "milagro literario" (6). En esta activación del papel de la Virgen destaca en la España del siglo XIII la figura de Gonzalo de Berceo con su libro sobre los Milagros de Nuestra Señora, el cual como señala el profesor Montoya incide en la divulgación en lengua romance de los modelos que le precedieron en lengua latina (7. Vislumbramos, por tanto, a la Virgen como nueva Eva, alcanzando dentro de la mentalidad medieval cotas de importancia absoluta. Irrumpe en el devenir humano, como prueba concluyente de ese poder infinito de Dios. Realiza sus milagros, con una intencionalidad que busca alentar la fe, provocando sorpresas y alabanzas allí donde sus acciones tienen lugar. (Se cumple así la definición del milagro propuesta en las Partidas).
Este protagonismo absoluto se reafirma
incluso con expresiones textuales en las que se incide en su poder
por encima del de los Santos: De tal manera que son escasas las Cantigas donde se permite la intervención de otros intermediarios como agentes, léase Stos. o personas en santidad (únicamente en las Cantigas 5, 26, 28, 61, 69, 105, 127, 128, 157, 177) y aún y todo se traduce en ellas el beneplácito de la Virgen para que dichos intermediarios intervengan.
Por otro lado en varias de las
Cantigas se establecen también paralelismos entre Cristo y la
Virgen, hecho habitual en la Baja Edad Media: En cuanto a la temática podemos delimitar esta misma relación; la Virgen realiza milagros alimenticios, curaciones, resurrecciones, apacigua tormentas a la manera de Cristo (8). Sin embargo, debemos incidir en que las acciones de la Virgen se cotidianizan. Mientras que en los Milagros de Cristo se atendía generalmente a: Mateo 9,30, "Mirad que nadie lo sepa"; Mateo 8,11, "para qué pedirá esta generación un milagro", en las Cantigas se expresa: Cant. CXXXI, "id a darle gracias a ella" o Cant. CXLVIII, "Y de esto un milagro mostraré de tal manera que será muy en gran prueba".
Reconocemos enseguida que la necesaria adaptación de cada Cantiga a 6 momentos (12 viñetas en las Cantigas de numeración acabada en 5) exige una selección de lo que se quiere indicar: "Porque éste es el único caso... que... adopta tan ventajosa disposición. Ocurre con ello que así distribuida, las escenas... encuentran mayor unidad narrativa" (9). De esta manera se logra un mayor carácter visual y narrativo.
Dicha distribución plantea cuestiones
acerca de la relación imagen-texto. Según la tipología establecida
por Garnier, encontramos en la Cantiga dos variantes de dicha
relación: De esta forma podemos señalar que el miniaturista ha gozado de cierta libertad, hecho que le ha llevado a optar por una ordenación de la composición, creándose una estructura o tectónica. Solamente le ha incidido un hecho más, el contenido, el significado último que se quiere significar, el fin último que globaliza el proceso. El profesor Montoya opina que la "tensión laudatoria", la alabanza a María, la exaltación de la oración ante el altar de la Virgen es el principio de cohesión interna que rige la ordenación de la tectónica del milagro (11). No le falta razón. Basta, para ello, con fijarse en la última viñeta de cada cantiga, donde aparecen casi siempre grupos de gentes, devotos, ante el altar de la Virgen agradeciendo su intervención sobrenatural, rezando, venerando su imagen a modo de gran fiesta religiosa que confirma la fe y propaga los prodigios que realiza su divina protectora. (Precisamente este hecho de pedir ayuda rezando a la Virgen o de agradecer su intervención milagrosa no aparece únicamente en las Cantigas caracterizadas como de castigo (72 y 136, por citar algún ejemplo). Creo que por encima de este concepto ordenador de las Cantigas existe otro más definitivo, un principio aglutinador que organiza las diferentes estructuras del milagro, en relación además con los avances legislativos que llevó a cabo la corte de Alfonso X. Es decir, que si en el ámbito jurídico las Partidas significaron un intento de aunar y disciplinar, de juzgar, de ofrecer el "deber ser" de las acciones y de los hechos, los derechos y las obligaciones, lo que estaba bien y lo que estaba mal, añadiendo a todo ello el premio o la condena que el hecho se merecía. ¿Por qué no hacer lo mismo en el terreno religioso-espiritual? La temática del milagro plantea así un código moral. La oposición entre la virtud cristiana y el pecado, el premio o la constatación favorecedora a una buena actitud y el castigo o la condenación de una actitud reprendible, la Virgen y la Corte celestial en pugna con las huestes infernales, la salvación eterna o la condenación al fuego perpetuo, Paraíso-Infierno, se establece como criterio de la ordenación estructural de la temática del milagro en esta época.
En el propio texto de las Cantigas
se delata este diagnóstico que pone en relación el código jurídico
legal establecido por las Partidas sobre lo justo y lo
injusto, y el código moral que subyace en las Cantigas de lo
bueno y lo malo, donde el papel de la Virgen sale reafirmado: La propia ordenación de las diferentes secuencias miniadas nos lleva a establecer dicho principio rector. Basta con fijarse en las siguientes coordenadas:
I.I. Cantigas en las que lo virtuoso, la persona que vive de manera ejemplar se ve en un peligro o ante un problema (generalmente clama a la Virgen) y ésta lo socorre llegándose a un final feliz: 4, 5, 6, 21, 22, 23, 25, 28, 32, 33, 35, 36, 37, 43, 44, 48, 49, 51, 53, 54, 63, 62, 69, 73, 74, 77, 81, 83, 84, 86, 91, 92, 101, 102, 109, 112, 113, 114, 118, 121, 122, 124, 126, 129, 131, 133, 134, 135, 138, 143, 144, 146, 147, 156, 158, 159, 161, 165, 164, 167, 169, 171, 172, 173, 175, 176, 177, 178, 179, 181, 184, 185, 186, 187, 189, 191. I.II. Cantigas en las que simplemente se constata que hay que mostrarse con arreglo a la virtud, llevando una vida de carácter ejemplar: 8, 14, 15, 32, 33, 39, 56, 65, 66, 67, 71, 82, 87, 89, 95, 97, 103, 116, 118, 121, 123, 124, 139, 141, 145, 148, 149, 178, 188. I.III. Cantigas en las que en la viñeta final la Virgen y su Corte Celestial recogen el alma de un difunto para recompensarlo con la vida eterna o se presenta al justo gozando del Paraíso: 16, 41, 42, 71, 75.8, 79, 85.7, 119, 138, 149, 152, 154.
II.I. Cantigas en las que la Virgen actúa para acabar con el pecado, con lo vicioso, con el mal (pugnando incluso hasta conseguir el arrepentimiento del réprobo): 3, 5, 9, 15, 17, 19, 25, 28, 41, 45, 46, 51, 58, 59, 64, 68, 76, 79, 82, 85, 88, 89, 94, 104, 119, 125, 128, 132, 137, 147, 151, 152, 153, 154, 155, 157, 163, 164, 165, 166, 175, 177, 185, 186, 192, 193, 194. II.II. Cantigas en las que simplemente se constata el castigo, la reprimenda al réprobo o pecador: 12, 38, 72, 75.11, 99, 108, 136. II.III. Cantigas en las que la viñeta final o de desenlace ofrece una escena de condenación o castigo: 2, 4, 6, 12, 19, 52, 72, 136.5, 175, 193.
III.I. Cantigas donde se constata al mismo tiempo la recompensa a la virtud o a una actitud positiva, frente al castigo al réprobo o pecador: 2, 4, 5, 6, 9, 12, 27, 34, 35, 38, 43, 51, 52, 53, 57, 61, 75, 78, 85, 93, 105, 117, 119, 127, 155, 157, 163, 166, 175, 181, 183, 186,193. III.II.. Cantigas donde se muestra la pugna directa entre el bien y el mal, entre lo demoníaco y lo angélico en una dialéctica Virgen-Demonio por apropiarse de los mortales: 3, 11, 14, 17, 20.3, 26, 41, 45, 47, 58, 74, 82, 109, 111, 115, 123, 125, 137, 152, 182, 192.
IV.I. Cantigas donde la intervención de la Virgen consigue que
una persona que se debate entre la virtud y la tentación del demonio
adopte el buen camino: 7, 11, 13, 16, 18, 24, 26, 31, 35, 42, 43,
45, 47, 55, 58, 59, 65, 68, 84, 88, 93, 94, 96, 98, 106.11, 115,
117, 125, 127, 132,
Por otro lado, podemos también llevar a cabo otra organización de las Cantigas atendiendo a las tres diferentes acepciones que se derivaban de la propia definición hecha del milagro en las Partidas. He aquí la clasificación:
- Resurrecciones: 6, 11, 14, 20, 21, 26, 43, 45, 76, 84, 96,
111, 118, 122, 133, 167, 168, 178, 182.
Cantigas: 2, 3, 4, 5, 7, 15, 17, 24, 25, 28, 32, 36, 42, 47, 49, 53, 54, 55, 58, 62, 65, 66, 68, 71, 73, 75, 82, 84, 85, 87, 88, 91, 105, 106, 111, 115, 119, 121, 125, 128, 131, 132, 141, 149, 158, 154, 152, 176, 182.
Cantigas: 8, 9, 12, 17, 18, 19, 22, 24, 25, 27, 31, 34, 35, 38, 44, 46, 51, 52, 56, 59, 63, 64, 74, 78, 83, 94, 103, 104, 105, 106, 116, 124, 135, 136, 142, 143, 144, 147, 151, 153, 154, 155, 159, 162, 164, 165, 183, 188.
No olvidemos, por lo tanto, el papel que la Virgen tiene en todo este principio rector. Ella es la que interviene en dicho proceso de delimitar lo bueno y lo malo, ella es el juez (Cantiga 25, viñeta 11), es la que da la victoria, "mater omnium","Omnipotentia supples", "regina misericordiae", Virgen intercesora del socorro, "orante in extremis", "ostendit ubera et ora pro peccatoribus", "regina coelorum", "regina sanctorum", y es por ello que tal como señala Chico Picaza su papel protagonista se remarca incluso acompañándola con enmarcamientos arquitectónicos diferentes cualitativa y cuantitativamente (12).
NOTAS (1) Véase Alfonso X el Sabio, rey de Castilla. Cantigas de Santa María. Edición facsímil del Códice T-I-I de la Biblioteca de San Lorenzo el Real de El Escorial. S. XIII. Madrid, 1979.
(2) De los diferentes códices
conservados hemos consultado la transcripción de la Primera Partida
de Ramos Bossini, Fr.: Primera Partida-Alfonso X el Sabio (ms hc
397/573) Hispanic Society of America. Edit.Caja de Ahorros y
Monte de Piedad de Granada. Granada, 1984. Titulo V, Ley CXXa, Ley
CXXIe, pp. 109-110.
(3) Guerrero Lovillo, J.: Las Cantigas. Estudio arqueológico de sus miniaturas. Consejo Superior de Investigaciones Científicas - Instituto Diego Velázquez. Madrid, 1949, p. 22. (4) Hemos utilizado la versión castellana de Filgueira Valverde, J.: Cantigas de Santa María. Códice Rico de El Escorial. T-I-I. Introducción, versión castellana y comentarios. Edit. Castalia. Odres Nuevos. Madrid, 1985. Todas las referencias textuales de las Cantigas que presento están tomadas de dicha versión. (5) Cantigas: 67, 72, 89, 95, 123, 124, 135, 142, 143, 148, 193, 194.
(6) Precisamente Jesús Montoya Martínez
recoge, en Las Colecciones de Milagros de la Virgen en la Edad
Media (El Milagro literario), colección filológica XXIX. Edit.
Universidad de Granada, Secretariado de Publicaciones, 1981, la
relación de las colecciones de milagros de la Virgen, desde las
colecciones latinas hasta las colecciones de milagros en lengua
vulgar, pp. 55-86.
(7) Montoya Martínez, J.: El libro de
los Milagros de Nuestra Señora - Gonzalo de Berceo. Series
philológica. Publicaciones del Departamento de Historia de la Lengua
Española. Universidad de Granada, 1984. El autor presenta un estudio
crítico de dicha obra de Berceo. (8) Véase la seriación de Cantigas con temática semejante a los milagros de Cristo en el apartado siguiente de este trabajo. (9) Guerrero Lovillo, J.: op. cit., p. 22. (10) Garnier, F.: Le langage de l'image au Moyen Age. Signification et Symbolique. T. I, Edit. Le Leopard d'Or, París, 1982. (11) Montoya Martínez, J.: "Las colecciones de milagros...", op. cit., pp. 86-123. (12) Chico Picaza, M. V : Composición pictórica en el Códice Rico de las Cantigas de Santa María. Edit. de la Universidad Complutense-Servicio de Reprografía, Madrid, 1987. Señala que la luz de determinados arcos que cobijan las figuras está condicionado por la mayor jerarquía de los que se encuentran bajo ellos.
LÁMINAS 1 y 2 - LÁMINAS 3 y 4 - LÁMINAS 5 y 6 - LÁMINAS 7 y 8
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CANTIGA 118 |
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