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            Como sabemos, el Libro de Alexandre es un texto donde los mirabilia [1] resultan del constante entretejido de elementos que la Edad Media heredó de diversas fuentes, principalmente de la Tradición Clásica, muchas veces de manera diáfana, otras, a través de un proceso de medievalización, pero con frecuencia en estrecha relación con otro tema muy extendido que es el de la literatura de animales, terreno vasto y fértil para ser recorrido con muchos y muy diversos propósitos. De entre todos ellos, el nuestro en este trabajo es el estudio funcional que resulta interesante si reconocemos en el Libro de Alexandre[2] su gran contenido semántico, acierto tan bien logrado por el anónimo autor hispánico medieval en gran parte por la inclusión de estos seres asociados a un papel concreto: en particular del caballo de Alejandro Magno, Bucéfalo, animal dotado de cualidades que causan maravilla.

Partimos para ello de la convicción de que en un texto las funciones de los personajes son los elementos más importantes para el desarrollo de la acción y cuyos valores de repetición constante y permanente en los relatos corresponden a una unidad de contenido.[3] Por ejemplo, encontramos imágenes zoológicas que pueden tipificarse con base en sus atributos y acciones de anunciar, ejemplificar y contribuir a la maravilla; sin embargo, para efectos de esta comunicación enfatizaré mi análisis en las cuadernas del Libro de Alexandre que nos remiten a una reflexión sobre las características admirables y poco comunes del mítico caballo de Alejandro Magno; identificándolo en un campo de acción asombroso y fuera de lo cotidiano, es decir, maravilloso. Hasta cierto punto, el autor del poema apuesta por el famoso animal no sólo para presentarlo como la maravilla misma, sino también para reconstruir aspectos relacionados con los fenómenos de los mirabilia y, en este sentido, el corcel del rey de Macedonia tiene como función aportar rasgos maravillosos al relato.

Está claro que lo maravilloso es un conjunto de cosas dignas de admirarse, loarse, causar fascinación, incuestionables (Morales, "Lo maravilloso", 120) y, sobre todo, desempeñan un papel importante al estar profundamente integradas en esa "búsqueda de la identidad individual y colectiva del caballero idealizado" (Le Goff, Lo maravilloso, 12). Ahora bien, para cumplir con el objetivo planteado nos basaremos precisamente en aquellas apariciones admirables, loables y fascinantes que son percibidas en los pasajes donde el corcel participa a modo de elemento narrativo fundamental y que, por consiguiente, ilustran a la perfección la particularidad del fenómeno.

Recapitulando un poco el contenido del Libro, recordemos las primeras cuadernas en las que el nacimiento y la condición heroica de Alexandre son anunciados a través de signos naturales, entre ellos, eventos inusitados como la lucha entre dos águilas, la aparición de un cordero parlante y un culebro parido de una gallina. Tan importante como la llegada al mundo del macedonio es la educación que recibió durante sus primeros años y adolescencia, siendo en esta última cuando toma las armas como caballero, a la vez que se da su conversión como rey. Tomando en cuenta lo anterior, la figura de Alejandro Magno "está concebida como la de los héroes que siglos después llenarían las páginas de los libros de caballerías castellanos" (Nuñez, "Alejandro Mago", 1240). Tal como lo dice Jesús Cañas:

A través de los diferentes episodios integrados en el Libro de Alexandre, su creador presenta a sus lectores la concepción que él poseía del perfecto caballero medieval. El personaje central, el protagonista del relato, ha sido caracterizado como un auténtico caballero del Medioevo, pero un caballero que a esa condición agrega la circunstancia de haber sido revestido de la dignidad real, un caballero que es a la vez rey (Cañas, Introducción, 75).

Y más aún, a modo de elemento fundamental en la formación caballeresca y medievalización del mito de Alejandro Magno,[4] encontramos en esta parte del texto los versos que refieren al símbolo animal que patentiza la condición de guerrero medieval del macedonio, es decir "el caballo". Este animal es tan primordial en varios textos de la literatura medieval, incluyendo el Libro de Alexandre, que muchos de los personajes aparecen montados a caballo. Un breve repaso histórico sobre la presencia del caballo en la configuración literaria del héroe nos permite corroborar la afirmación anterior, así en la poesía épica anterior al Medioevo (como en el caso de Homero), la poesía heroica celta y la nórdica antigua, la lucha entre rivales se representa a pie y en carros de guerra y aunque los caudillos luchan en carros tirados por dos o más caballos, estos animales no son tan notables. Más tarde, "las figuras más aristocráticas de estas leyendas son, efectivamente, aquellas en que figura dicho animal" (Vedel, Ideales, 80). Ante esta idea es, sin duda, en el propio Libro de Alexandre donde podemos imaginar lo antes dicho; es la descripción de la Guerra de Troya -larga digresión que se sitúa entre las cuadernas 321 y 773- la que mejor establece la diferencia del motivo del uso del caballo en un contexto totalmente medievalizado. La obra medieval frente a la Ilíada de Homero -digamos que con la mayor libertad imaginable en lo que concierne a la acción de personajes- cuenta la Guerra de Troya a la usanza de la época. Justamente, se dice de Héctor, uno de los personajes principales en el poema homérico de la Ilíada, que:

Cavalgó su cavallo   fermoso e ligero,

sobra bien enfrenado,   de fuerça sobrançero;

priso lança en mano, en braço el tavlero;

qui dubda non l'oviesse, serié buen caballero. (c. 458) [5]

Otro caso de medievalización del material clásico es el duelo entre Menelao y Paris, esbozado con las maneras propias de una justa, es decir, a caballo y con lanza. Veamos:

Ixió del otro cabo   Paris galopeando,

con unas armas nuevas,   su pendón aleando;

iva a Menelao   justa le demandando,

seyén todas las dueñas   de los muros mirando.

(c. 477)

Se puede empezar a observar una de las peculiaridades más importantes de la obra medieval en cuestión: la introducción de una serie de detalles en torno al tema del caballo que difieren de sus antecedentes literarios.[6] Regresando al escenario donde ubicamos a Alejandro Magno como un autentico caballero, cabe decir que son muchas las pruebas que supera y enfrenta al inicio de las aventuras heroicas, así, en el momento en que Bucéfalo llega a su vida también aparece un motor en la trama que hace circular a la maravilla. Maravilla que ahonda específicamente en un ámbito prodigioso [7] y que se define por la exaltación de todas las características normales de Bucéfalo, pero también por la abundancia de adjetivos para concebirlo a él y a su propietario como personajes idóneos a través de la edificación de aventuras y hechos extraordinarios que, de igual manera, contribuyen a dar lustre a la acción. En este orden, veamos por qué.

En primer lugar hemos de referirnos a la exaltación de las particularidades de Bucéfalo, puede decirse, siguiendo por un momento a Le Goff, que "una de las características de lo maravilloso es, desde luego, el hecho de ser producido por fuerzas o por seres sobrenaturales, que son precisamente múltiples" (Lo maravilloso, 13). En efecto, son varias las cuadernas del Libro de Alexandre que exhiben a este animal destacando su condición y rasgos "sobrenaturales". Para subrayar este aspecto mencionaremos que son dos las especies que engendran a Bucéfalo. Y así lo señala la cuaderna 112 del texto:

Fízol' un elefante, como diz la scriptura
en una dromedaria por muy grant aventura;
viníel de la madre ligerez por natura,
de la parte del padre, fortalez e fechura. (c. 112)

Al respecto, de madre dromedaria y padre elefante, Bucéfalo podría percibirse únicamente como un animal extraordinario por considerarse extraño o poco corriente debido a su genealogía; sin embargo, una situación que lo acerca a lo "maravilloso" es considerar, como afirma Todorov, que "lo extraño puede resolverse mediante la reflexión, en cambio lo maravilloso conserva siempre un residuo sobrenatural que nunca podrá explicarse sino por lo sobrenatural" (apud. Le Goff, Lo maravilloso, 13). En otras palabras, "lo maravilloso turba lo menos posible la realidad" "nadie se interroga sobre la presencia que no tiene vínculo con lo cotidiano y que sin embargo está por entero inmersa en lo cotidiano" (Le Goff, Lo maravilloso, 16). Bajo este mismo esquema, Bucéfalo forma parte del paisaje natural sin que el mundo se haya turbado por semejante aparición y lo extraño en él se explica por medio de la sobrenaturalidad de su origen. A partir de este alcance inicial, "caballo tan fiero" (c. 115a) tiene dos características relevantes, en primer lugar es portador tanto de la fortaleza como de la bravura típica del elefante, que es "bestia de muy grant valentía" (c. 1976a) y, en segundo lugar es favorecido de la ligereza y velocidad del dromedario, condición que se reitera cuando se afirma que "tant corriá el cavallo que dizián que bolava" (c. 126a) [8].  Mejor dicho, con la cuaderna dedicada a la descripción de hibridez se inicia la valoración del caballo para resaltar aquellos fenómenos que dentro del escrito impresionan particularmente por crear vínculos entre la maravilla y lo real.

De modo semejante, no debemos olvidar algunos datos sobre los hábitos alimenticios del caballo: si bien el Libro nos señala que el majestuoso animal "fuera con pan cocho/ e con vino criado" (c. 109b), también hace énfasis en su naturaleza antropófaga. Al respecto, el autor del Alexandre ambienta el texto hacia lo desmesurado y describe la celda del indómito potro como un lugar donde yacían gran cantidad de manos y pies, evidencia de los prisioneros que, en castigo por quebrantar las leyes del rey Filipo, eran devorados por la insaciable bestia. Tal era el número de delincuentes "que diez carros o más llevar non los podrién" (c. 114b). Continuando con el discurso acerca del fiero rocín y su glotonería, destaca el texto no sólo este apetito asombroso que le caracteriza, sino también su voracidad insuperable, pues, ni siquiera un número considerable de lobos, carnívoros por excelencia, comerían de la misma forma:

Quando havié el rey    a justiciar ladrón,

dávalo al cavallo   en lugar de prisión;

ant lo avié comido,   ¡tanto era glotón!,

que veint' e cuatro lobos   comerién un motón. (c. 113)

Cuaderna donde comprobamos, una vez más, el valor de la sublimación de todas las características normales como instrumento que aporta sentido de lo maravilloso. Dicho lo anterior, es momento de pasar ahora a otro rasgo estilístico en el que el autor se apoya en Bucéfalo: la abundancia de adjetivos para concebir personajes idóneos o ensalzarlos. No solamente, como adelanté más arriba, las menciones al fiel compañero de Alexandre muestran casos determinados de sobrenaturalidad física, sino también hacen notar sus facultades plenamente hiperbolizadas y señaladas con superlativos. Hemos notado puntualmente que las cualidades paternas y maternas confieren al famoso equino gran valor como especie y engrandecen sus rasgos y manifestaciones fisiológicas, sobrepasando las características normales de su raza. Esto tiene una explicación, la indomable fiera adopta un papel propio para identificar al héroe y elevarlo por encima del resto de los hombres que no poseen a tan particular bestia.

Al mismo tiempo, el Libro de Alexandre destaca de la fiera su color mucho "más blanco/ que nieve nin cristal" (c. 108d) y su fuerza con la cual "avié rotos a dientes/ muchos fuertes calnados" (c. 110a), y "muchos fuertes cerrojos" (c. 110b), así como, su valor sin igual que "vinciá todo lo al" (c. 108a). Pero hay algo más, como todo buen caballo de batalla, Bucéfalo es guarnecido de freno, silla, cincha, hebilla y cofia. En este pasaje para ensalzar el carácter especial del potro, el texto español agrega que Bucéfalo "valié, quand fue guarnido,/ más que toda Castiella" (c. 118d) y asevera que "nunca en este siglo/ ovo mejor nin tal" (c. 108b). Así pues, adornado con los atributos más brillantes y mostrando su superioridad sobre los demás de su especie, Bucéfalo se convierte en el caballo idóneo para un gran caballero.

Lo sabemos ya, Alexandre está representado como el tipo de héroe cuyas virtudes le llevan a triunfar donde otros hubieran perecido, pero también, parte de la función narrativa de Bucéfalo es anunciar tan importante hecho aunado al asombro de su presencia. De ahí que el encuentro entre él y Alexandre se efectúe de singular manera. En primer lugar, el libro hispánico del Medioevo, siguiendo fielmente a sus fuentes, se detiene en poner de relieve el carácter áspero y enteramente indómito del potrillo y cómo el soberbio hijo de Filipo, aun cuando otros "domar nucal pudieron" (c. 111c), siendo todavía un infante supo dominar al animal al que se le había dado un don, ese don es que "quisquier quel cavalgasse/ serié rey venturado" (c. 111 d). Esta última frase nos permite confirmar, no sólo el destino memorable del príncipe de Macedonia, sino también, lo importante de la presencia de su fiel compañero en la historia. Por supuesto, como la mitología lo asevera: "un caballo de héroe [...] no puede llevar más que a héroes", de tal forma que "corcel heroico es igual a joven predestinado" (Gubernatis, Mitología, 243). [9] Dentro del mismo pasaje, encontramos formulaciones de admiración en los diversos sujetos presenciales pues estrofas más adelante, cuando Alexandre doma el caballo, "catáronse los omnes/ todos ojos a ojos" (c. 116d) y "todos dizién: «Aqueste será emperador»" (c. 117d). Siendo éste un ejemplo más claro de cómo en la narración al impresionar particularmente a los personajes se refuerza la posibilidad de maravillarse.

 

 

 

...

Quando el infañt ouo: la oraçion acabada           110 [123

enclino los ynoios: & beso la grada

desent alços vn poco: & çiñio l espada

es dia dixo Greçia: que era arribada

 

Ante que se mouiesse: el infañt del logar           111 [124

armo mas de quinientos: omnes de prestar

a todos dio adobos: muy graues de preçiar

ca todos eran tales: que lo querrie pechar

 

Caualgo su cauallo: & salio a trebeiar                112 [125

el cauallo con el: fazia gozo sobeio

venianlo ueer: sobre sy cada conçeio

todos dizen el Criador: nos a dado conseio

/fol. 8r/

 

Tanto corrie el cauallo: que dezien que uolaua   113 [126

se un mes le durasse: el nunca se quexaua

al señor enna bataia: muy bien lo aiudaua

non tornarie rienda: quien se a el llegaua

 

Non quiso el caboso: essa uida durar               114 [127

fue buscar auenturas: su esforçio prouar

non quiso caualleros: senon pocos leuar

lo que fazie con pocos: quisolo prouar

 

Fizolo maormientre: por las tierras ueer            115 [128

los passos & los puertos: & los logares saber

& por los caualleros: noueles emponer

que se fuessen auezando: a guerra mantener

...

 

(Edic. Casas Rigall, Ms.O, Biblioteca Nacional de Madrid)

 

 
 

Aunque el Libro de Alexandre no es propiamente un libro de caballerías coincide con ellos en la presencia del caballero y, por ende, en la representación del caballo acompañante del protagonista en las mejores y más grandes aventuras; cabe mencionar que en esta obra Bucéfalo tiene un lucimiento especial y diferente a su origen. Hemos de precisar que los historiadores de Alejandro Magno describen a Bucéfalo como un caballo de pelo negro. No obstante, el último verso de la cuaderna 108 del Libro de Alexandre lo representa de color blanco.[10]

En este contexto, mucho más blanco que nieve ni cristal, Bucéfalo coincide por su color con la amplia lista de animales que en las narraciones celtas guían o acompañan al héroe al Otro Mundo,[11] creando una atmósfera propicia para la historia e incluso convirtiéndose en una señal en el inicio de las hazañas caballerescas, mismas que son fundamentales para descubrir otros espacios tan misteriosos como el mismo Oriente.

Ciertamente, Alexandre bien dispuesto del mejor caballo -el más grande, el más hermoso, el más leal, de buen color, de buen linaje, el más fuerte y el más ligero-[12] explora el mundo exterior,[13] lugar de países lejanos y donde se consolidan sus conquistas; cruza las fronteras del Occidente Medieval y dirige a lomos del prodigioso y leal animal numerosas batallas desde el imperio griego hasta Egipto y la India. Quizás se podría argumentar para disminuir el valor narrativo de Bucéfalo, que son pocas las menciones explícitas de él en los episodios bélicos, sin embargo, la presencia del sujeto se restablece momentáneamente con imágenes que refuerzan la figura de jinete y caballo inseparable, y si en el antiguo simbolismo iconográfico, el caballo y quien lo monta forman juntos un único emblema (Charbonneau-Lassay, El bestiario, 211), sucede lo mismo en nuestro texto en el que encontramos frases como: "Cavalgó su cavallo e Salió al trebejo;/ el cavallo con él fazié gozo sobejo" (c. 125ab); o "Cavalgó man'a mano su cavallo ligero" (c. 301a). En ambos casos vuelve a repetirse el esquema en donde la mención del prodigioso Bucéfalo tiene un orden de ideas privilegiado, puesto que ahí cumple el papel de situarnos en el lugar propicio para que acontezcan o continúen las aventuras o maravillas incrustadas en los enfrentamientos contra el Rey persa Darío y el Rey Poro de la India.

 

En forma similar encontramos otros pasajes donde está clara la intervención de Bucéfalo como eje básico en la acción y muestra de resistencia inconcebible, más exactamente en la batalla de Taxila donde es herido de muerte. Por lo cual, tras las heridas en la ofensiva contra el rey hindú y su numeroso ejército provisto de una legión de elefantes, "Bucifal cayó muerto/ a piedes del señor" (c. 2093). De más está decir que el poeta vuelve a utilizar las diversas formulaciones para enaltecer en el texto al valeroso corcel, pues retoma la leyenda y escribe que el buen emperador mandó enterrar con honores militares al caballo y fundó en ese lugar Bucefalia:

Después fizo el rey,   do yazié soterrado,

poblar una çibat   de muro bien obrado,

dixiéronle Buçifalia,   nombre bien señalado,

porque fuera assí   el cavallo llamado. (c. 2094)

Como hemos visto en este breve recorrido, lo interesante de los fragmentos antes mencionados radica en la sobrexaltación de las cualidades de Bucéfalo que, en consecuencia, al hiperbolizarlas hacen de él un caballo único, el mejor y en el que caben todas aquellas manifestaciones sobrenaturales de fuerza necesarias para participar en las proezas del conquistador macedonio. Las características de este prodigio bestial no sólo ayudan a la realización de actos extraordinarios y descomunales, sino también muestran porqué "sólo Bucéfalo era digno de tan gran Príncipe, y el Príncipe de él" (Alejandreida, 288), desde luego, es el mejor caballo para un personaje singular que además de ser el más grande conquistador también es virtuoso y valiente; adjetivos que se constatan a lo largo de toda la obra y, aún más, son ensalzados y muchas veces anunciados a través de la presencia de Bucéfalo, animal que permite explorar lo menos accesible de la realidad y resarcir lo rutinario de la trama. Por lo tanto, su figura es una manifestación de lo maravilloso pero también lo son las acciones y episodios que propicia al añadirles detalles sobresalientes o impresionantes, contribuyendo de esta forma a la configuración e idealización del caballero ideal.

En resumen, consideramos que el estudio de las imágenes zoológicas como mensajes icónicos es una vía de acceso apta para dilucidar las funciones narrativas en este erudito texto del siglo XIII, en el cual la incursión de lo maravilloso es más que evidente. Podemos incluir, claro está, al mítico caballo dentro de la nómina de animales que permiten la coexistencia entre hazañas históricas y aventuras, aventuras que a la vez encierran elementos y episodios maravillosos. El análisis efectuado hasta aquí nos permite concluir que, más allá de su incidencia en la trama, Bucéfalo es un sujeto imbuido de una enorme función y el autor del Libro de Alexandre concede a éste el poder de hacer ver y de hacer creer en lo admirable y lo asombroso.

 

 

 

 

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NOTAS

 

[1]Sobre el campo semántico de "lo maravilloso" Le Goff en Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente Medieval incluye la palabra mirabilis "que tenía más o menos el mismo sentido que tienen nuestro adjetivo «maravilloso»", evidentemente, esta palabra usada por los letrados de la Edad Media no refería a una categoría literaria como hoy en día. Lo que corresponde a nuestro "maravilloso" es la palabra en plural mirabilia cuya raíz mir (miror, mirari) implica algo visual, en un texto esa mirada correspondería a una serie de imágenes y de metáforas que son metáforas visuales (9-10).

[2] En lo sucesivo, para referirme a esta obra lo haré ya sea como el Libro o el Alexandre.

[3] Según el formalista ruso Vladimir Propp, las funciones "son los elementos más importantes para el desarrollo de la acción" (Beristain, Diccionario, 228) y "representan las constantes; todo el resto puede variar"; por esta razón son menos numerosas a los personajes ("Las transformaciones", 178). Para Barthes las "funciones corresponden a una funcionalidad de hacer", son unidades de contenido (Nieto, Estructura, 31). En síntesis, las funciones establecen algunas pautas para identificar a cada personaje con su campo de acción.

[4] La biografía de Alejandro Magno ha sido reelaborada por muchos escritores e historiadores a través de los tiempos, motivo que se repite una vez más en la Edad Media y específicamente en el Libro de Alexandre el cual transmuta en un sin fin de aventuras inusitadas los hechos que protagonizó el ilustre monarca. Así, trajes, modos de combatir, etc., de los guerreros griegos y macedonios de aquel lejano IV antes de Cristo están deliberadamente "modernizados" o, en su caso "medievalizados" al uso y costumbre del Siglo XII y comienzos del XIII con el fin de obviar cualquier distanciamiento posible entre el lector y las costumbres del medioevo.

[5]Las citas al Libro de Alexandre las tomo de la edición de Jesús Cañas (Madrid: Cátedra, 2003) y anoto entre paréntesis los números de las cuadernas y versos.

[6] Cabe aclarar que la Iliada de Homero nunca fue consultada directamente por el autor, es la obra medieval denominada Ilias latina que se emplea como base para la redacción de una de las digresiones más extensas: la historia de Troya. Siguiendo la tradición de la época, el autor del poema español reinterpreta y adapta un tema clásico para incorporarlo a su obra. La epopeya griega es contada en un erudito discurso y sirve como ejemplo ilustrativo de conducta a seguir para las tropas, con una única intención "tratar de mostrar cómo la gesta de Alejandro encuentra su precedente y paradigma en los hechos heroicos de otros griegos" (García, "Don Homero", 153).

[7] Si bien antes Tzvetan Todorov incluye en su Introducción a la literatura fantástica (69-72) las descripciones desmesuradas en lo hiperbólico como una categoría de lo maravilloso, junto con lo maravilloso exótico y lo maravilloso instrumental, en este mismo sentido, Ana María Morales distingue como categoría de lo maravilloso medieval, estadio de los adjetivos hiperbolizados, a lo prodigioso. Según la autora "lo prodigioso, lo desmesurado, es propio de la literatura de caballerías. Su lenguaje se halla plagado de adjetivos y nombres que nos inician en sus manifestaciones: «el mejor caballero del mundo», «el más terrible golpe nunca dado», «la más espantable aventura», etcétera" ("Lo maravilloso", 124).

[8]Cabe insistir sobre la procedencia del elefante como propio de las regiones de la India -reino que representa toda una serie de características exóticas para el imaginario eurocéntrico-, incluso Isidoro de Sevilla afirma la exclusividad de su producción en estos territorios (Etimologías, 73). Del dromedario podemos destacar su capacidad para resistir condiciones climáticas extremas y prolongados periodos sin agua, aptitudes realmente insólitas y propias de este animal de origen asiático. El mismo Mandeville reconoce que sólo en camello es posible atravesar el desierto de Arabia, pues esta bestia que "se alimenta paciendo yerbajos y arbustos", "es capaz de pasarse dos o tres días sin beber, algo que jamás soportaría un caballo" (Mandeville, El libro de las maravillas, 22). La imagen de estos animales también está asociada con los futuros territorios a conquistar por parte de Alejandro Magno: por un lado, Egipto y Medio Oriente, por el otro lado, la India (Altamirano, Lo maravilloso, 57).

[9] El simbolismo del caballo como emblema de soberanía en la Antigüedad se halla confirmado en numerosas anécdotas transmitidas por los autores clásicos. En algunas de ellas puede también apreciarse que su consideración como atributo real es inseparable del uso exclusivo del objeto por parte del monarca, lo cual significa que el caballo del soberano constituye, al igual que el trono, el cetro, la corona o el vestido imperial, un elemento consustancial a la idea de posesión del poder absoluto (Requena, Lo maravilloso y el poder, 52).

[10] A propósito del color blanco, Charbonneau-Lassay en su amplio estudio sobre el simbolismo animal en la antigüedad y la Edad Media señala que, a diferencia de los caballos negros que tienen una interpretación peyorativa en la emblemática medieval, el caballo blanco es el que montan los héroes vírgenes, los personajes de conciencia inmaculada; y también los gloriosos (El bestiario, 212).

[11] El blanco, como señala Riquer, es "el color de los encantamientos y de la magia, el color del Otro Mundo, el color ausente de color que sugiere la alteridad de este Otro Mundo" ("Introducción", 19); el color blanco, agregaríamos, también identifica al animal maravilloso. El Libro de Alexandre retoma la incursión de héroe y animal a los espacios misteriosos (en este caso representado en las tierras de Oriente) en reminiscencia a temas imprescindibles en la literatura celta como el Aitheda o incursión al bosque como espacio iniciático.

[12] Las Siete Partidas y El Doctrinal de Caballeros mencionan que el caballero debe "ser sabidor de conocer bien los cauallos" y andar "bien guisado del mejor cauallo"; así mismo, este animal debe ser grande, hermoso, de buen color, de buenos corazones, de buen linaje, fuerte y ligero (Alfonso X, Las siete partidas, 290). Esta afirmación no contradice lo expuesto por San Isidoro de Sevilla sobre las cuatro virtudes que identifican a un buen caballo: la estampa (fuerte y sólido de cuerpo, de una alzada en consonancia con su robustez), la belleza (cabeza pequeña y firme, ojos grandes, nariz ancha, etc.), las cualidades (carácter audaz, ligero de patas, etc.) y el color ( San Isidoro menciona, entre otros, el bayo, el dorado, el rojizo, el negro y el blanco) (Isidoro, Etimologías, 65). Adjetivos que coinciden en su mayoría con las características de Bucéfalo.

[13] Como en los libros de caballerías, la infancia y juventud de Alexandre se evoca para mostrar su singularidad respecto a los demás seres humanos. Los detalles sobre la educación de personajes como el nuestro debe entenderse a modo de un proceso representado por dos espacios, en primer lugar un mundo interior donde ocurre la concepción del héroe, donde nace y donde tiene su primer hogar; ahí se producen las señales y marcas de su destino heroico, así como las profecías, anuncios y obsequios sobrenaturales que determinan y apoyan su destino (Campos, "La Educación", 54). El segundo espacio está representado por un mundo exterior (islas fabulosas, valles encantados, reinos lejanos, obscuros e inquietantes bosques) donde además de enfrentar aventuras y llevar a cabo su desarrollo heroico, el caballero cumplirá con su destino (Campos, "La Educación", 54).

 

 

 

Texto completo LIBRO DE ALEXANDRE, edic. de Casas Rigall (Ms. O, P y fragmentos)

 
 

 

 

BUCÉFALO Y SU FUNCIÓN NARRATIVA
EN
EL LIBRO DE
ALEXANDRE

 

Penélope Marcela Fernández Izaguirre
Universidad Nacional Autónoma de México