Vestiduras religiosas, especialmente capas pluviales y dalmáticas en el claustro de san Salvador de Oña.- Fotografía de C.Page - En las misas solemnes, el diacono y subdiácono iban revestidos con dalmáticas mientras ayudaban al oficiante.(Hacer clic para saber más)

 

 

 

 

 

1. Alba o casulla; ofrenda.

Gonzalo de Berceo, en el primero de los Milagros de Nuestra Señora, llama cuatro veces casulla (versos 60 b, 62 c, 68 b, 71 a) y una vez alba (64 c) a la « sancta vestidura » (72 a) que la Virgen regaló a San Ildefonso. Esta contradicción tan aparente — hoy se la puede llamar « incoherencia » — no parece haber impresionado a Don Tomás Antonio Sánchez, primer editor de los Milagros, que (con toda razón, por no ser voces anticuadas) no considera ni alba ni casulla en su glosario final, pero que, frente a « los muchos que una devoción poco discreta y demasiado sencilla ha creído y divulgado no siendo milagros verdaderos, o sin haber precedido el examen y aprobación que previenen las leyes eclesiásticas », destaca como única excepción « el milagro de la Descensión de Nuestra Señora, y de la casulla que dio a San Ildefonso1 ».

Lanchetas (s. v. alba) opina que « Berceo confunde aquí el alba con la casulla » (nada útil agrega al tratar de esta última voz)2; Solalinde también señala la irregularidad, en nota al verso 64 a (pág. 17 de su edición de los Milagros); yo — pienso hoy que equivocándome — creí hallar la explicación de este último pasaje en una aclaración del P. Fidel Fita, que « interpreta la voz alba o alva, apoyándose en antiguos inventarios, como 'cendal fino y transparente'3 ».

El Profesor Robert Ricard ha examinado luego la cuestión, estableciendo las preferencias de diferentes versiones del milagro : el manuscrito latino de Copenhague — presunta fuente de Berceo — Alfonso el Sabio, los textos publicados por el P. Fita, Gautier de Coinci, optan por alba; el Beneficiado de Ubeda, el Arcipreste de Talavera, Lope, Calderón, las representaciones pictóricas, nombran o figuran una casulla4. (Notemos que este grupo resume todas las versiones castellanas citadas). En una nota adjunta (págs. 15-16) el Profesor Ricard rechaza la interpretación del P. Fita, y mi adhesión a ella (a mi ver con toda razón), y concluye que, reducidos como estamos a las hipótesis, tres son las que cabe proponer :

1)   ou bien Berceo a commis une inadvertance et il a mêlé par distraction la tradition de l'aube à celle de la chasuble,

2)   ou bien il a employé le terme alba tres consciemment, mais sans attacher à ce détail une vraie importance et en donnant au mot simplement le sens tres general de vétement ou ornement ecclésiastique,

3)   ou bien la str. 64 est l'oeuvre d'un interpolateur qui a commis une incohérence par négligence ou par distraction (pág. 16).

La última (« sin duda la menos aceptable ») no es enteramente inverosímil, ya que todo el pasaje está (para el Profesor Ricard) probablemente alterado. Quizás pueda preferirse la primera (« quandoque bonus dormitat Homerus »), pero la del medio no puede excluirse terminantemente.

Hasta aquí el Profesor Ricard, en su primer artículo sobre este asunto. Una nota ulterior del mismo estudioso añade el nombre de Cristóbal Lozano (a instigación de M. Baïche : véase más adelante) y seguramente el de Góngora a la lista de los que llamaron casulla al don de Nuestra Señora : « La tradition de la chasuble est ainsi beaucoup plus forte, beaucoup plus constante et beaucoup plus nourrie que celle de l'aube 5. » Esta nueva nota comienza afirmando que el cuerpo de los autores que se ocupan del piadoso relato hubiera sido « interminable et pourtant voué, sans doute, à rester insuffisant » (pág. 8). Nos permitimos disentir, muy respetuosamente, con estas dos observaciones preliminares, y sobre todo con la postrera. La lista de los textos españoles — que son los que más interesan aquí, porque aparentemente sólo en España encontramos la alternancia alba-casulla — no será infinita, y aun una nómina modesta e incompleta como la que intentamos a continuación puede arrojar, creemos, alguna luz sobre el tema.

Los autores antiguos citados por Valmar (pág. xxxix de su edición de las Cantigas), más los citados por Mussafia, no pasan de una docena (alguno, como Gil de Zamora, da dos versiones de este milagro); otros allega A. Poncelet6. Los textos que presentamos ahora son, en general, más tardíos, y muchos de ellos giran en torno a la Capilla de Nuestra Señora del Sagrario erigida en la catedral de Toledo por el cardenal Bernardo de Sandoval y Rojas, como el texto de Góngora aducido por el Profesor Ricard (que no lo manifiesta). En 1617 apareció en Madrid, en casa de Luis Sánchez, un volumen en tres partes que comprenden, respectivamente, la descripción de la capilla por el Ldo. Pedro de Herrera, los sermones del novenario y el certamen poético con que se celebró su consagración (sin recoger este último todas las composiciones presentadas, que se prometen para un tomo futuro7). En el fol. 35 de la última parte comienzan los textos sobre la Descensión de Nuestra Señora. ¿ Cómo proceden los poetas contemporáneos de Góngora convocados a componer « Diez octavas a la Descensión de la Virgen María a la Iglesia de Toledo, y al favor que hizo a san Ilefonso? » (fol. 1 v°; nótese, de paso, que el cartel dice solamente favor, no alba ni casulla). La mayoría de los concurrentes emplea la voz casulla para designar el presente celestial: Juan de Jáuregui (fol. 39), Gabriel García del Corral (fol. 45), Da. Juana Gaitán (fol. 47), Cosme de los Reyes (fol. 51 v° y fol. 52), Pedro Tomás Aibar (fol. 54 v° y fol. 55). Pero no todos adoptan únicamente esta denominación : Cristóbal de Mesa une a casulla la voz indeterminada don (ambas palabras en fol. 43 v°, y la segunda en fol. 44); un anónimo (¿Alonso de Revenga y Proaño?) usa, como Góngora, ornamento y don (fol. 37; y fols. 41 v° y 42, respectivamente) ; Agustín Collado del Hierro llama al don (fol. 56 v°) « de mejor púrpura » (fol. 56), lo que, como en el caso de Góngora — lo señala el Profesor Ricard en pág. 9 — parece indicar la casulla u otro ornamento semejante; Marcos Yepes Bolaño lo denomina palio (fol. 53, r° y v°): su « estola de gloria soberana», en el fol. 54, parece ser sólo una metáfora ; es «ilustre tela, celeste manto » para Rodrigo Fernández de Ribera (fol. 48 v°.); premio, velo, ornamento, don para Fr. Jerónimo Pancorbo (fol. 50 v°), y hasta « talar polímita » para Fr. José de Valdivielso (fol. 40; también lo llama don). Notemos la ausencia absoluta de alba, pero guardándonos de sacar absoluta consecuencia de ello : en el canto XVII de su Sagrario de Toledo, Valdivielso integra su hallazgo (« talar polímita », fol. 305), repite don (fol. 302 v°, dos veces ; fol. 307, en plural; fol. 308, otras dos veces), añade « un presente » (fol. 296), « vestidura » (palabras de la Virgen, fol. 303; fol. 305 v°), « vestido » (fol. 305 v°; fol. 308, dos veces), « librea », « galas » (fol. 308), ensaya variantes ingenuamente ingeniosas (« Recibe, oh buen Pastor, de tu zagala / este pellico, a quien el sol no iguala », « un hábito te envía / de Maestre, sirviéndote María », fol. 302 v°), y pone en boca de los coros angélicos estos versos en los que podemos ver sin excesivo riesgo un piadoso juego de palabras sobre los ornamentos sacerdotales que oponemos :

... y siendo de Dios alba, qué pretende

con la casulla que bordó de flores8...

Junto a la libertad en el uso de variadas denominaciones, estos ejemplos muestran cómo un poeta que en el certamen de 1616 no emplea la palabra casulla puede utilizarla, también libremente, en otra ocasión. Pero, para volver al certamen, a pesar de la frecuencia de don (usado por cinco poetas) y de la de ornamento (empleado en otros tres lugares), también aquí parece tener razón el Profesor Ricard:«la tradición de la casulla», seis veces nombrada, es la « más fuerte, constante y nutrida ». Se la usa inclusive en otras partes del libro : la emplean D. Juan de Valladares entre las canciones a la Asunción (fol. 30 del Certamen), Fray Félix Hortensio Paravicino en el sermón tercero (fol. 36 v°, segunda foliación), Fray Luis de la Oliva en una larga « metáfora » del quinto (fol. 80, r° y v°, ibid.), y Fray Gregorio de Pedrosa en el octavo sermón (fol. 122, ibid.); también la usa Pedro de Herrera en la descripción inicial : « ... la misma sacratísima Virgen aparecida a darle la celestial casulla de su mano » (fol. 9 de la primera foliación), agregando que durante las fiestas, « la compañía de Cebrián representó dos Autos del Maestro Josef de Valdivielso. Uno, de la Descensión de Nuestra Señora a dar la Casulla a San Ildefonso... » (fol. 88 v°, ibid.).

A pesar de la preponderancia de casulla, merecen retenerse don, ornamento, palio, manto, porque indican, cuando menos, el deseo de respetar algunas de las fuentes latinas más antiguas del piadoso relato. Los viejos autores españoles son, en efecto, poco precisos : según Cixila, que dice recoger el suceso de quien lo presenció, las palabras de Nuestra Señora acompañan la entrega de un don no determinado verbalmente : « ... accipe munusculum de manu mea, quod de Thesauro filij mei tibi adtuli », ornando a Ildefonso, desde esta vida, con vestiduras de gloria : « et vestimentis gloriae jam in hac vita orneris ». El Cerratense pone en boca de la Virgen estas palabras : « ... vestimentum attuli tibi quo vestiaris in die & solemnitate mea... »; y agrega por su cuenta : « et vestimentum quod nos Albam vocamus, ei reliquit9 ». Quede el comentario del Cerratense para luego ; baste ahora señalar que la voz alba la agrega él a modo de explicación, y que en las palabras de Nuestra Señora se halla el origen cabal de don y de ornamento, rivales de casulla en la lista precedente, y el origen posible de otros nombres de vestiduras eclesiásticas.

Muchos de los textos españoles del período clásico emplean, sin embargo, y sin vacilación, casulla, como si ésta fuera la única voz adecuada. La lista que sigue, aunque seguramente incompleta, es sin duda suficiente :

«... y de mi mano serás adornado de gloriosa vestidura... » ... le echó... una casulla... Agora está la misma Casulla en Oviedo... y no se muestra por estar encerrada en la santa arca de plata, que nunca se abre. (P. Juan de Marieta, Historia eclesiástica de todos los santos de España... Cuenca, en casa de Pedro del Valle, 1596, fol. 131, cap. 51: « De la descensión de nuestra Señora al glorioso santo, y la Casulla que le dio ».)

... que si no hubiera esta [maravilla], no tuviera puerta de Sagrario Toledo, ni S. Ilefonso se vistiera casulla labrada en el cielo, y puesta en la tierra sobre sus hombros por las manos de la Virgen... (P. Francisco de Castañeda, Tratados sobre los Evangelios de las dominicas y fiestas..., Madrid, por la Vda. de A. Martín, 1614, fol. 201, «Tratado de la fiesta de la Expectación ».)

... la S. Capilla donde la Virgen Sacratísima honró tanto a su siervo Ilefonso con su admirable decensión, dándole aquel preciosísimo don de la casulla... (Vicente Espinel, dedicatoria del Marcos de Obregón (1618) al Cardenal obispo de Toledo, Bernardo de Sandoval y Rojas, institutor del certamen de 1616. Citamos por la ed. de S. Gili Gaya, Madrid, Espasa-Calpe, 1940, t. I, pág. 28.)

Tres fiestas se juntan hoy... La segunda es de la perpetua virginidad de nuestra Señora, que defendida contra los Herejes Helvi-dianos, por S. Ilefonso, y alcanzando este día de nuestra Señora el favor de la casulla la instituyó, poco después del Concilio dicho, con nombre (a lo que parece) de la Expectación de su parto virginal. (P. Nicolás Bravo, Razonamientos para los domingos de Adviento, Valladolid, por la Vda. de F. Fernández de Córdova, 1622, fol. 109 v°, « Razonamiento en el día de la Expectación de la Virgen María, llamada nuestra Señora de la O. ».)

... le vistió de su mano de aquella preciosísima Casulla, que con tanta veneración sa [sic] guarda hoy en la Iglesia de Oviedo. (Gonzalo de Illescas, Historia pontifical y católica. Citamos por la edición de Barcelona, en casa de Iayme Cendrat, 1606, fol. 99.)

... Baja la Reina del Cielo en 24 de Enero a la santa Iglesia de Toledo, y honra a san Ilefonso con darle una Casulla, para que celebre sus fiestas : esta Casulla está en Oviedo, año 667. ... Sisberto, que fue muy malo, y pasando su soberbia a irreverencia, se quiso poner la santa Casulla, que la Virgen dio a san Ildefonso... (Ldo. Francisco de Cepeda, Resumpta historial de España... (Continuada por su sobrino, Luis de Cepeda y Caravajal). Madrid, por Diego Díaz de la Carrera, 1654; fol. 49 y fol. 50 v° : el nombre del santo va escrito una vez con « d » y otra sin ella.)

... dejándonos la Casulla que sus manos sacrosantas labraron, para honrar a San Ildefonso, Capellán suyo... (Fr. Antonio de Santa María, Patronato de Nuestra Señora en España..., Madrid, por D. Diez de la Carrera, 1666, fol. 226.)

[Siseberto] tuvo atrevimiento de vestirse la santa y celestial Casulla de San Ilefonso... (Nicolás Antonio, Censura de obras fabulosas..., obra postuma publicada por Gregorio Mayans i Sisear. Valencia, por Antonio Bordazar de Artazu, 1742, pág. 493.)

A los nombres de Lope y Calderón, citados por el Profesor Ricard, cabe unir el de Tirso, que alaba al cardenal de Sandoval y Rojas porque

Trofeos ha levantado

donde los pies estampó

La que honrando la cogulla

del Santo que a España medra,

imprimió su fama en piedra

 y le dio inmortal casulla.

              (No hay peor sordo, B. A. E., V : 265 b c.)

Seguramente Lanini, en una comedia que no he podido ver (Nuestra Señora y San Ildefonso : la cita La Barrera en su catálogo) emplearía la misma voz, como es usual emplearla en el siglo pasado y en nuestros días :

... en el medio del frente principal [de la Capilla del Sagrario] está perfectamente cincelada con un relieve casi entero la Descensión de Nuestra Señora con varios ángeles y nubes a poner la celestial casulla a San Ildefonso arrodillado y confundido en su presencia. (Sisto Ramón Parro, Toledo en la mano, Toledo, impr. y librería de S. López Fando, 1857, t. I, pág. 452; lo mismo en págs. 816 y 817, al tratar del santo y de su sucesor Sisberto o Sigisberto.)

... elle lui fit don d'une chasuble d'une éclatante blancheur. (Chanoine Roland, La Reine du Ciel, Langres, Bureaux de l'Ami du Clergé, 1901, t. II, pág. 287.)

[El retablo de la Capilla de San Ildefonso] es de estilo neoclásico... ostentando un enorme alto relieve de mármol blanco que representa el momento en que la Virgen coloca la casulla a San Ildefonso. (Miguel Nieto Fernández, en la Guía de Toledo, Publicación oficial del VII Centenario de la Catedral, Toledo, 1926, pág. 32, subrayado original ; lo mismo en pág. 45, sobre la Capilla de la Descensión.)

Tal fuerza posee la convicción de que se trata de una casulla, que muchos escritores usan esta voz aunque los textos latinos que les sirven de base no lo autoricen terminantemente. Lo mismo que el P. Marieta, que pasa de « vestidura » a « casulla », procede Fr. Alonso Vázquez de Miranda, que traduciendo « accipe munusculum... » por « recibe este pequeño don », continúa:

... y con estas ternísimas palabras le puso una casulla blanquísima, de la materia que es nadie lo sabe, porque ni los que la vieron lo escribieron; ni después de la pérdida de España la han visto ojos humanos (San Ilefonso defendido y declarado..^ Alcalá, en casa de luán de Orduña, 1625, págs. 7 y 8.)

Del mismo modo, tanto en Fr. Antonio de Santa María, Pedro de Medina, Sandoval o Garibay, como en el P. Flórez, la traducción cabal de la fuente latina va seguida por el nombre expreso que el latín no emplea. Cuenta Garibay :

... y diciéndole ...   ... toma esta vestidura del tesoro de mi hijo, que te vistas en las solemnes fiestas, le echó encima una santa casulla de divino resplandor llena... (Los XL Libros del Compendio historial... compuestos por Esteban de Garibay y Zamálloa. Anvers, por Chr. Plantino, 1571, libro VIII, cap. xxXVIII, pág. 350; sigue : « Esta santa casulla, los que escriben estar en Toledo, reciben engaño... », y emplea otra vez casulla a propósito de Sisiberto, cap. xxiv del mismo libro VIII, pág. 366.)

Escribe Pedro de Medina :

... le dijo... Toma esta vestidura.............. recibió la santa vestidura...

después de haber afirmado que

En esta Iglesia hay un altar donde el bienaventurado san Ilefonso Arzobispo desta ciudad celebró revestido de una casulla traída del cielo por mano de nuestra Señora la madre de Dios... (Primera y segunda parte de las grandezas y cosas notables de España, Alcalá de Henares, en casa de luán Gracián, que sea en Gloria, 1595 — edición corregida y muy ampliada por Diego Pérez de Messa — fol. 200 y fol. 199 v°., respectivamente.)

Relata Fr. Prudencio de Sandoval :

... recibe de mí este don que traigo de los tesoros de mi hijo. Toma este vestido con que celebres y hagas Misa en mi fiesta...... Diciendo esto, la sagrada virgen le dio la Casulla... Llegaron los suyos, que vieron el milagro de la casulla, sin poder juzgar de qué color fuese, que en ella se veía ser obra del cielo... (Primera parte de las fundaciones de los Monasterios del glorioso Padre San Benito, Madrid, por Luis Sánchez, 1601, fol. 30.)

Predica Fr. Gregorio de Pedrosa :

... lo que... me admira es que baje hoy del cielo a consagrar la Iglesia y el Prelado, y no sólo a consagrarlos, sino a favorecerlos con la preciosa joya de la casulla : Serve Dei accipe munusculum... (Sermón octavo, loc. cit., fol. 122.)

Reitera Fr. Antonio de Santa María :

 

Y desplegando la Reina de los Ángeles una Casulla que traía su Majestad de los tesoros del Cielo, se la puso a su capellán... (loc. cit., fol. 30 v°; en el r° había dado el texto latino, con munusculum.)

Lo mismo hace, a un siglo de distancia del último, el P. Flórez, en quien, más que la diferencia temporal, cuenta el diferente espíritu con que emprende la historia eclesiástica de España :

... recibe de mi mano este pequeño don, que te traigo de los Tesoros de mi hijo... Diciendo esto le vistió una Casulla... (loc. cit., págs. 282­283; hay más citas en esta última página y en la 315, a propósito de la historia de Sisberto, puesta entre los « cuentos... [que no] se pueden adoptar ».)

El P. Mariana, en la redacción latina de su historia de España, emplea en la escena de la Descensión munus y vestís, que dan en su versión española don y vestidura ; pero al tratar del desventurado intento de Sisberto, « qui vestem Illefonsi Praesuli de caelo allatam... indui non dubitavit », vestís se trueca en casula : « Sisberto... se atrevió a vestirse la casulla que del cielo se trajo a San Ilefonso10 ». También es significativa la progresión del Catálogo real y genealógico de Mendes Silva : el episodio no figura en la edición de 1637, introduciéndose dos años más tarde : « en este tiempo [de Flavio Recesvinto] fue cuando la Virgen en la santa Iglesia de Toledo dio la vestidura a S. Ilefonso ». La edición de 1656, reformada y añadida por el mismo autor, precisa que la vestidura es una casulla : « En este tiempo bajó la Virgen a la Santa Iglesia de Toledo y dio la Casulla a San Ilefonso su arzobispo11 ». Más significativa aún es la pertinacia del P. Portocarrero en su libro sobre la Descensión de Nuestra Señora y la vida de San Ilefonso12 », que junto a las variadas denominaciones de sus fuentes emplea invariablemente casulla. En su capítulo xvii (« Da Nuestra Señora la casulla a San Ilefonso ») procede como Garibay y Flórez : cita a « Cigila » — « accipe munusculum de manu mea », fol. 41 v°; lo traduce — « recibe de mi mano este pequeño presente », fol. 42 v°; y lo parafrasea : «tomando de las manos de los Ángeles la casulla que traían con las suyas propias... se la echó encima » (fols. 42 v°-43). Su capítulo xxvi se denomina « De la Casulla que dio Nuestra Señora a San Ilefonso » (fol. 71 v°. y sigs), apoyándose sin embargo en una antigua « historia de mano » que menciona explícitamente « una muy rica capa » (fol. 72 v°); en el fol. 80 traduce la expresión de Julián Pérez « cappam coelitus delatam » por «la casulla que fue traída del cielo » (en el fol. 85 v°, el « cum ex dono cappa discederet » de la misma fuente se convierte en « cuando N. Señora bajó del cielo a darle la casulla »). Inclusive el « testimonio auténtico » del « Deán y Cabildo de la Santa Iglesia de Toledo » — « Pallium quod dedit Regina coelorum Illefonso Archiepiscopo Toletano » — precedido, para más garantía, de la advertencia « pondréle aquí a la letra », se torna : « consta estar la santa Casulla en dicha arca, que está en la cámara santa de la iglesia de Oviedo » (fols. 83 v°-84). Asimismo, el Presentado Fray Alonso Vázquez de Miranda, en un libro de doctrina histórica y judicial sobre la posesión de las reliquias del santo (que, según Pedro Salazar de Mendoza, la ciudad de Zamora debería restituir a Toledo), llama « casulla » a la vestidura en el capítulo n del primer libro (« La descensión de Nuestra Señora a dar la Casulla a San Ilefonso », pág. 7) :

... y le dijo : Propera in occursum serve Dei, accipe munusculum de manu mea, quod de thesauris filij mei attuli Ubi. Llégate a mí siervo de Dios, y recibe este pequeño don que te traigo de los tesoros de mi Hijo.......... y con estas ternísimas palabras le puso una casulla blanquísima, de la materia que es nadie lo sabe, porque ni los que la vieron lo escrivieron, ni después de la pérdida de España la han visto ojos humanos (pág. 8).

Lo mismo hace en otros lugares (« aquella dádiva celestial de la casulla », pág. 266; « ... honrase a su Capellán con la casulla », pág. 267); y en un apartado del libro cuarto — el parágrafo cuarto del capítulo segundo, « Lo que dijo la Virgen Santísima Señora nuestra a su Capellán Ilefonso », pág. 270 y siguientes — obra con idéntica libertad :

Oigamos, con reverencia y humildad, las palabras de la Virgen Señora nuestra, hermosura del cielo, gloria de la Iglesia Católica, cuando para darle la casulla a Ilefonso abrió su honestísima y rosada boca, llenando su aliento el aire de olor suavísimo del cielo. Refiérelo Cúsila que lo escribe habiéndolo oído a quien Ilefonso lo contaba : Recibid, o carísimo siervo de Dios, esta pequeña dádiva que os traigo de los tesoros de mi hijo18...

Cien años después, el Dr. Nicasio Sevillano procede de manera análoga, en su defensa de la primacía toledana14 : cada vez que habla por sí mismo, denomina « casulla » a la santa prenda :

... la Descensión de María Santísima, cuando vino a dar la Casulla a su devotísimo Capellán San Ildefonso.............. esta función (de dar la Casulla a San Ildefonso)... (pág. 124),

y transcribe, entre otros testimonios de esta denominación, el del P. Ribadeneyra (Flos Sanctorum, I, 23 y 24 de enero, en la vida de San Ildefonso y la fiesta de Nuestra Señora de la Paz, respectivamente) :

«... y vistió al Santo Prelado con una Casulla labrada por manos de Ángeles » (pág. 128),

sin perjuicio, naturalmente, de emplear por razones estilísticas términos menos precisos (« la preciosa vestidura », en la pág. 127). Pero al citar un texto latino lo mismo le da verter vestís por vestidura (citas de Cixila — a través de Nicolás Antonio —, págs. 129-130; Pedro Canisio, pág. 131; el P. Nieremberg y el Cardenal Aguirre, pág. 132) que por casulla (segundo nocturno de la fiesta de San Ildefonso, pág. 134 ; Santo Tomás de Villanueva, pág. 135; vierte rectamente en favor el munus de Baronio).

Tamayo de Vargas, en su defensa del P. Mariana, precisa que la prenda traída del cielo no fue alba sino casulla, y recuerda algunos de sus variados nombres :

... no fue Alba, como creyó Trithemio, sino Casulla, que la historia general de España llama Capa, y en la inscripción de las reliquias de la arca Santa de la ciudad de Oviedo tiene nombre de Pallium, por ser como capuces cerrados las casullas antiguas, como en las memorias de otros tiempos se ve15.

Lo mismo protesta Fray Gregorio de Argaiz :

... le echó [Nuestra Señora] por encima de la cabeza una Casulla que traía en las manos, dejándole como señalado por Capellán suyo. ... Entrando después los Capellanes, halláronle adornado con aquella vestidura, que llegando a ella ninguno podía juzgar de qué color fuese, deslumbrándolos con su luz, aunque en los efectos se mostraba ser hilada, labrada y tejida por otras manos que de hom. [sic] por los milagros que Dios obró diferentes veces en los enfermos con tocarla... Si bien otros Autores llevan que no le dio sino Alba : de quien hallo a Vicencio Besvacense. Lo que yo digo es que no fue sino Casulla : pues esto es lo que se conserva el día de hoy, sin tener noticia de otra cosa.

Es decir : sin. que se tenga noticia de la existencia de otra prenda que una casulla16.

El Doctor Salazar de Mendoza examina atentamente las dos denominaciones :

También se duda si fue casulla o alba la vestidura que dio la beatísima Virgen a san Ilefonso. Vestidura dicen los autores más antiguos y graves, y por esta dicción se entiende casulla o planeta, alba, pluvial, dalmática, túnica o tunicela, y todas éstas son vestiduras de Obispo, como lo era san Ilefonso. Mas la dificultad queda entre alba y casulla, así por sus significaciones, como porque nadie, que yo sepa, ha hablado en las otras. La casulla tiene de su parte muchos más autores, que la alba.

[Ladillo : « Casulla lo que significa »] Significa la Caridad, y siendo cerrada y entera, como se acostumbró en la primitiva Iglesia, denota la unión de fe, y su integridad. Los dobleces que solía llevar al lado derecho y al izquierdo : los dos preceptos de la Caridad, amor de Dios, y de el Prójimo. Significa también muchas cosas que pertenecen a un buen Sacerdote : los ayunos, la oración, la doctrina, el silencio, el secreto, el canto y obras virtuosas.

Hace también por la mesma parte que la muy santa iglesia de Toledo, ha muchos años trae por insignias y en los sellos esta historia con la casulla, y el ponerse con ella en todas las obras de pincel, talla y escultura. Este es un grande argumento en derecho en favor de la casulla, como después diremos.

[Ladillo : « Alba lo que significa »] La alba significa la limpieza en alma y cuerpo del Sacerdote : la perseverancia en buenas obras. Dándose a san Ilefonso, le alabó su honestidad, y se le encargó que perseverase en la virtud17.

Su conclusión, empero, nada tiene de conclusiva : cita cantidad de autoridades que tratan de la Descensión, sin decidirse por denominación alguna; y, aunque referida a la materia misma de la vestidura, su opinión parecería extenderse también a su precisa forma :

Sobre la vestidura que se dio al santo, no hay para qué hacer discursos humanos, sino pensar cuál sería trayéndose de los tesoros divinos y celestiales, como le dijo la benditísima Virgen (pág. 138).

Al traducir a San Julián y a Cixila, Salazar de Mendoza usa « presea » (pág. 79) y « don » (pág. 99); y « presente » en el caso de Julián Diácono (pág. 105) y de César Baronio (munusculum, pág. 109). Munus (Breviario de Toledo) se vierte como vestidura (pág. 90), en resumen, la voz más empleada por el autor, que agrega :

Nótese mucho, que si bien cuasi todos los autores que habernos alegado discrepan algo en las palabras y manera de referir estos milagros, en la sustancia todos van conforme y unánimes. ¿Cuál mayor, ni mejor argumento de su verdad y certeza? Los autores muy antiguos de el tiempo de san Ilefonso, o cercanos a él, escribieron en Latín. Los Castellanos los han traducido, no palabra de palabra, sino sentido de sentido : regla más acertada, para que tengan mayor gracia las traducciones. Que suelen perder mucho de ella, pasando de un dialecto a otro... (Pág. 119.)

Y termina afirmando lo que sabemos, un poco ad nauseara : que « Todos... concuerdan en que la beatísima Virgen dio de su mano a san Ilefonso la vestidura que le bajó del cielo » (pág. 121).

Agreguemos que dentro de esta conformidad general caben todavía otras tardías discrepancias de detalle : el Luitprando de Jerónimo Román de la Higuera cree que Nuestra Señora obsequió a su capellán con el ornamento pontifical completo : a la interrogación del índice (« an ei B. Virgo dedit Albam an Casulam, an totum Pontificium ornamentum »), responde :

Cum essem Toleti Subdiaconus, rem controverti vidi : an Albam, an Casulam B. Ildefonso attulerit B. Virgo, an ornamentum Pontificale. Quídam pauci postremum, multi Albam esse dicebant. Ego credo totum attulisse Pontificium ornamentum18...

De aquí parecen proceder otros generosos proveedores : « El Doctor George Bruin... dice dio la benditísima Virgen a san Ilefonso todas las vestiduras necesarias para decir Misa »; « El Doctor Luis Núñez... Dice que dio la sacratísima Virgen a san Ilefonso todos los recados para decir Misa » (Salazar de Mendoza, págs. 112 y 112-113). Juan Tritemio multiplica las apariciones (dos en vez de una) y los presentes : « Unde rursum ei Beata Dei genitrix apparens, vestimentum sacerdotale, quod nos Albam vocamus, et cathedram illi attulit19 ».

Fr. Antonio de Alvarado, que traduce con justeza vestís por vestidura, pero llama casulla a la prenda en el texto español (lo que, según vemos, parece haber sido el uso general), precisa que era ésta « una Casulla blanca y preciosa », agrega : « Diole Casulla, y no Mitra, porque la vestidura es defensora del cuerpo... », y se afirma además en su preferencia con una razón histórico-litúrgica muy de su tiempo (se aceptaba que San Ildefonso había sido monje benedictino) : « No le dio Alba, ni él la llevaba, porque iba a maitines ; sobre la cogulla negra cayó la Casulla labrada por la sacratísima Virgen20. »

Cabe apreciar, ante estas certezas, el tacto con que dos ilustres dramaturgos evitan pronunciarse : Lope usa « prenda » — casulla figura solamente en la didascalia — y Calderón emplea « vestido21 ». Puede equipararse a la actitud de Lope la de Diego Calderón y Fonseca en su Primacía de la Sta. Iglesia de Toledo (Madrid, por D. Díaz de la Carrera, 1645) : los índices — diríamos, por poco, « las acotaciones » — llevan francamente casulla : « Recibe la Casulla », « S. Ildefonso es favorecido con la Casulla de la Virgen Sacratísima en la Santa Iglesia de Toledo »; pero el texto mismo, en los lugares precisados, procede por alusiones : en el primero reza « el día dichoso que María honró con su presencia la Iglesia de Toledo » (pág. 435), y en el segundo se dice que Felipe III adornó « el lugar donde la tradición nos ha enseñado que la Virgen santísima descendió a premiar con el don del cielo a su siervo Ildefonso 22 ». Adviértase que en todos los casos presentados, se procede sobre fuentes indirectas — escritas o tradicionales — y no por el conocimiento de la prenda misma : « ... ni después de la pérdida de España la han visto ojos humanos », escribe Vázquez de Miranda (op. cit., pág. 8); Salazar de Mendoza precisa que « La vestidura de san Ilefonso no se ha visto desde que se llevó a Oviedo » (pág. 141), y cuenta más adelante lo que ocurrió a los que se quisieron abrir el arca que la guardaba23. Contamos sin embargo por lo menos con un testimonio casi directamente ocular : el del P. Pedro de Cabanas, a través del P. Portocarrero :

Y el padre Pedro de Cabañas de la Compañía de Jesús, que fue Canónigo de aquella santa Iglesia [la de Oviedo], afirmó y dijo a muchos de nuestra Compañía, que en su tiempo se abrió otra vez la dicha arca, y que él iba escribiendo las reliquias que en ella se hallaron, y la última fue la de la casulla que se halló al rincón de la dicha arca en una cajita pequeña con su título, y abierta se halló la dicha casulla envuelta en tres lienzos, la cual era de un delicadísimo cendal sin costura ni textura, su color turquesado de color de cielo, su hechura de la forma de un capuz Portugués sin capilla, y estaba algo pálida con la antigüedad del tiempo (op. cit., fol. 84-84 v°).

Tenemos aquí — sin contar los viejos autores latinos ni los textos y adados a conocer — una cincuentena de testimonios españoles antiguos. No son demasiados, si se los compara con los ciento ochenta y uno — de toda procedencia — que allegó Salazar de Mendoza24; sin embargo, estos textos permiten trazar, siquiera provisoriamente, los lineamientos generales de la tradición. No estamos simplemente ante « una tradición del alba » y « una tradición de la casulla », sino frente a dos tipos españoles de relato (independientes, o combinados — aunque parezca difícil — alguna vez) : uno que reproduce la vaguedad de las expresiones puestas en boca de Nuestra Señora por los viejos autores — don, presente, premio, vestidura, ornamento y otras perífrasis 2S, y otro que precisa de qué prenda se trataba, y sigue diferentes caminos, esbozados casi todos por las fuentes latinas (casulla, manto, capa, palio, etc. : todas vestiduras pontificales exteriores, emparentadas más o menos directamente con la capa; y alba, nombrada sólo para rechazarla). De una manera general, los historiadores se inclinan por la primera actitud, respetando la imprecisión de los viejos textos latinos; los poetas, más libres, emplean denominaciones variadas — como Berceo — y — también como Berceo — dan la preferencia a casulla ; pero, de hecho, las dos actitudes suelen coexistir, y, juntas, se opta por esta última voz. Así los dos Castillo, padre e hijo, usan exclusivamente « vestidura » en el texto de su Historia de los reyes godos26 :

«... toma esta vestidura que te doy... » ... y en el tesoro de la Iglesia mostraban la vestidura, y la sacaban en procesión en tiempos de gran necesidad...

pero en la Tabla — es decir, donde se llaman las cosas por su nombre, sin más vueltas, leemos :

S. Ilefonso... Baja la santísima Virgen, y pónele la casulla, p. 105, c[ol]. 1.

Idénticamente, en el poema religioso de Cairasco de Figueroa el presente de Nuestra Señora se denomina sucesivamente « rico manió » (pág. 107), « riquísimo ornamento », « preciosa vestidura » (pág. 108), presagio de la « ropa inmortal » que espera al Santo (pág. 110), pero es, al fin y definitivamente, « casulla » (id.)27. Podemos de verdad aceptar al pie de la letra la expresión de Camargo y Salgado : « todos cuentan la merced y favor tan singular que la Madre de Dios le hizo, dándole una casulla en premio de haber defendido su perpetua virginidad »28. Si la preferencia por casulla es, como vemos, general, no sabemos en cambio que cuente con una base latina textual en que apoyarse, como por el contrario cuenta el alba. No es imposible que los textos antiguos y decisivos en favor de la casulla existan y se encuentren entre los que ignoramos; pero esta posibilidad aparece como más bien remota si se tiene en cuenta que tampoco ninguno de ios doscientos autores enumerados parece haberlos conocido, y que los que necesitan abonar su preferencia por la casulla recurren, por lo general, a argumentos de tipo consuetudinario y no documental : las pinturas, por ejemplo, que « son un muy fuerte argumento29 ». A pesar de esta carencia de pruebas, algunos de nuestros testimonios — Tamayo de Vargas, Argaiz, Alvarado — defienden su convicción de que el don fue una casulla y no un alba. Lo mismo manifiesta el mercedario Juan Interian de Ayala en su Pictor Christianus eruditus :

Quae, auqlisve fuerit vestís illa, a nemine, quod ego sciam, literis est traditum. Fuisse tamen eam, quam jam communiter appellamus casulam, communis omnius persuasio est, cui non facile est derogandum...

Pero su forma debía ser diferente de la de las actuales casullas : luego de citar a Juan Bona, agrega :

Ex quo non admodum aegre collegitur quod prudens lector adverteret, Casulam qua indutus est a Beata Virgine Ildefonsus, aut ea potius donatus est, quod magis indicant verba Cixillae, non tam similem fuisse nostratibus, quam a vulgo depingitur. Sed de hic hactenus (Madrid, ex typ. Conventus praefati ordinis, 1730, pág. 224.)

En esta línea podemos también incluir a un escritor eclesiástico italiano, y de lengua latina por añadidura, de comienzos del siglo xvii : el P. Constantino Gaetani. Se ocupa de San Ildefonso basándose en abundantes fuentes latinas (que en su mayoría sólo leen la voz vestís, y que cuando proporcionan algo más — como Vincent de Beauvais, citado más de una vez, y dicho también « Vincentius Gallus » — dan « albam sacerdotalem attulit ei ») y en representaciones plásticas tampoco muy seguras : condena una pintura romana en la que un ángel, y no la Virgen, entrega al santo « pallium quodpiam, non Planetam », y le opone otra en la que Ildefonso, revestido de amito, alba, cíngulo, manípulo y estola, recibe la casulla. Y para que no quede sombra de duda sobre su convicción, precisa que, según la tradición, Nuestra Señora bajó a la Iglesia de Toledo « ac caelesti veste (Casulam intellige, vel Planetam)... donasse30 ». Convicción general reafirmada no sólo por el testimonio del P. Cabanas, que podemos aceptar como verídico — la prenda conservada era realmente una casulla — sino por las circunstancias mismas del donativo. Berceo emplea con justeza la palabra ofrenda, que el Profesor Ricard propone reemplazar por prenda, inhibido quizás por el profundo sentido trascendente de offrande, « mot capital de la liturgie » como lo define una difundida enciclopedia31. La voz española cubre algunas cosas más que la palabra francesa, incluyendo (como ésta) la misma limosna, según una acepción que da Covarrubias y que la Real Academia no recoge (« alguna caridad, por otro nombre ofrenda », Tesoro, s. v. ofrecer). Ofrenda es todo lo que se ofrece, y ofrecer — voz que también falta en el diccionario oficial con este sentido — es regalar a un misacantano, esto es, al « sacerdote que dice o canta la primera misa », como se desprende de la repetida queja festiva de Quevedo:

Cuando alguno me convida,

no es a banquetes ni a fiestas,

sino a los misacantanos,

para que yo les ofrezca.

... convidar a entierro y a misacantanos, donde se ofrece... no se puede hacer con un amigo32...

La ofrenda es, en especial, como en la copla 62 de los Milagros de Nuestra Señora, lo que los padrinos o amigos regalan a quienes dicen su primera misa (el Diccionario de la Real Academia hereda del de Autoridades una definición ligeramente restringida; es allí sólo el donativo en dinero que se hace a los sacerdotes pobres en esta misma ocasión). La palabra técnica que usa Berceo e incriminó el Profesor Ricard reaparece en un texto contemporáneo : una escritura de don Sancho el Bravo, fundador de la Capilla de los Reyes Viejos en la catedral de Toledo, citada por Salazar de Mendoza y « data en la Era de mil y trescientos y veinte y tres », o sea en 1285. En ella se dice que Nuestra Señora descendió en Toledo

... corporalmente, por remembrança de hondra, a ofrecer, e presentar su ofrenda muy noble, e vestidura preciosa, al santo glorioso confesor santo Ilefonso Arzobispo de ese logar33...

Este regalo al misacantano consiste, la mayoría de las veces, en una casulla, no sólo porque esta prenda permite mayores oportunidades de lucimiento, en ornato o riqueza, que ninguna otra (y muchísimas más que el alba), sino también porque la casulla es, desde muy antiguo, implemento esencial del rito de la ordenación. Comentando las palabras del Líber ordinum visigótico,

Quum uenerit is qui ordinandus est presbiter, appenditur ei orarium super ceruicem, et uestitur casulla...,

Dom Marius Férotin recuerda que

L'étole (oratorium) et la chasuble (casulla ou planeta) sont les deux insignes attribuées aux pretres par le canon XXVIII du quatrième concile de Tolède : « Si presbyter, [recipiat] orarium et planetam34 ».

Las palabras de Don Guillen, en Belarmino y Apolonio, reflejan la tradición de esta ofrenda al nuevo sacerdote :

Mi primera misa la dije en la casa de campo de la Somovía. La duquesa fue mi madrina. Me regaló una casulla, bordada en oro35.

Las mismas circunstancias — si parva licet... — concurren en el relato de Berceo : Nuestra Señora da a su capellán, para su « missa nueva », la « ofrenda » de una « casulla con que cante » : toda la escena cobra la categoría de una ordenación celestial, en la que el arzobispo canta su primera misa, ya se trate de una misa nueva compuesta por él para esta ocasión, como lo quiere la tradición36, ya se trate de la primera misa que canta como verdadero capellán de la Virgen : la expresión usada por Berceo, « misa nueva », significa aún hoy, según el diccionario de la Real Academia Española, « la primera que dice o canta el sacerdote ». En una apostilla a la nota del Profesor Ricard, M. Balche, que propone mantener ofrenda en la copla 62 por razones métricas, supone en cambio que cantar equivale a 'profetizar', lo que me parece inadecuado37 : tiene aquí, como en otros pasajes de Berceo (por ejemplo en los Milagros 233 a, « Mandólo que cantasse como solie cantar », que responde a 231 a : « Si tú no li mandares decir la missa mía... »), el valor absoluto de 'cantar misa', expresión ésta que — también según la Real Academia — significa además : « Decir la primera misa un sacerdote, aun cuando sea rezada. » El nuevo capellán, pues, celebra su misa nueva con la casulla ofrecida por su Madrina, y esta imagen de la Virgen madrina no es, por lo demás, insólita en Berceo, que aplica más de una vez ese calificativo a Nuestra Señora, bien que a veces con variados matices.

Casulla es, pues, la prenda : tradición, reliquia y acontecimiento contribuyen a certificarlo. ¿ Por qué, entonces, hay quien la llama alba? Para explicarlo estamos, a nuestra vez, reducidos a las hipótesis. (Damos por sentado — a pesar del testimonio del P. Cabanas : « ... era de un delicadísimo cendal... » — que no se la llamó así por tratarse de un « cendal fino y transparente » como lo creía el P. Fita y lo creí yo). El paso de casulla a alba puede explicarse, ante todo, porque la casulla llevó diferentes nombres, simples o en aposición38 : amphibalus, paenula, casida, ínfula, planeta. San Germán de París (m. en 576), en su exposición sobre la liturgia galicana, nombra la « Casula quam amphibalum vocant, quod sacerdos induetur »; Rábano Mauro explica a su vez : « casula dicitur vulgo planeta presbyteri ». Es sabido que junto a esta variedad de nombres hubo también variedad de formas, más o menos vecinas de la paenula o manto de viaje, del que proceden casulla y capa. También el alba tuvo formas variadas, al punto que Sicardo de Gremona define en el siglo xiii las de los neófitos como « ad similitudinem cappae factae ». No olvidemos que la prenda celeste recibe diferentes nombres (todos de la misma familia, con excepción de alba), y que quienes la definen con algún detalle explican que no es una casulla como las casullas usuales, sino « como capuz cerrado » (Tamayo de Vargas) o como « un capuz portugués sin capilla » (Cabanas; cf. Interian de Ayala). Incluso Fr. Gregorio de Pedrosa utiliza esta comparación :

Las casullas que hoy se hacen son muy desembarazadas (búscase el alivio y la gala aun en eso), las antiguas eran como capuces Portugueses, largas, y cerradas, que era menester levantarlas con los brazos sobre ellos y los hombros (visto he algunas en esta santa Iglesia [de Toledo, lugar del milagro]) y el nombre lo dice, casulla, casilla que le coge de pies a cabeza39.

No es imposible que, a semejanza de la « casulla planeta » que cita Dom Leclercq (col. 1180) o de la « quem amphibalum vocant » o la que « dicitur vulgo planeta », haya habido una « casulla alba » o « quod nos Albam vocamus » (como escribió Rodrigo Manuel Cerratense), y que la prenda que « con razón es de todos hoy tenida por casulla » haya podido tomarse por otra de las vestiduras eclesiásticas « ad similitudinem cappae factae », tanto, que se la llama capa (« historia » manuscrita, y santoral de la iglesia de Cuenca — « e diol la capa, que es el más rico don que home sabe » —, según Salazar de Mendoza; Julián Pérez, id. ; Lucas de Túy, citado por Portocarrero, págs. 103 y 105; la Historia general de España : lo recuerda Tamayo de Vargas; Luitprando, o Román de la Higuera), manto (Fernández de Ribera, en el certamen de 1616), y palio (Yepes Bolaño, ibid.; el testimonio de la Iglesia de Toledo, según Portocarrero ; la inscripción ovetense que cita Tamayo de Vargas). Más probable, empero, parece el suponer que la casulla alba, propia de los obispos y príncipes de la iglesia, se haya tornado alba a secas, y que olvidado su valor adjetivo, se tomara Ja voz por el sustantivo latino (y luego castellano) homófono : el Liber ordinum visigótico ya citado consigna, en el « Ordo observandus in functione episcopi » : « Post hac [pedes ei ligantur], imponitur ei casulla alba » (pág. 1 de la edición de Dom Férotin); y Dom Antolín P. Villanueva enumera, entre los ornamentos que deja al morir Valdemiro, obispo de Vich, en 957, « dos planetas (una vermelia y otra alba)40 ». El blanco, además, es el color litúrgico propio de todas las festividades de la Virgen y de Cristo (salvo aquéllas relacionadas con la Pasión y sus instrumentos), lo que condice con las palabras de Nuestra Señora tal como las vierten algunos de nuestros textos. Es verdad que las opiniones sobre el color del don celestial varían : polímita (es decir, tejida con hilos de varios colores) o deslumbrante (que viene a ser lo mismo) según unos,

excede superior la vista humana y

 el color peregrino desconoce,

dice Gabriel García del Corral, fol. 45 del certamen de 1616 —, y de un azul pálido para un testigo tardío, es para el Chanoine Roland « d'une éclatante blancheur ». El autor moderno está dentro de la tradición más difundida : a más de Antonio de Alvarado (« blanca ») y Vázquez de Miranda (« blanquísima »), ya citados, « el Breviario antiguo de la santa Iglesia de Pamplona » la llama vestem candidam, « una vestidura blanca », y el Martirologio Romano la denomina candidissima veste, « blanquísima vestidura41 ». Así lo creyó también el Padre FIórez : « El motivo de llamarse Alba algunas veces fue por estar hecha de una tela blanca, según notó Mabillon »; y lo transcribe : « Albam absolute vocabant casulam illam, quod ex panno albo confecta esset42. » El texto del Cerratense — fuente más que probable de la « tradición del alba » — apuntaría así a esta precisa « ofrenda » y no a todo un tipo de vestimenta litúrgica : este preciso « vestimentum quod nos [casulam] albam vocamus ».

 

La casulla de San Ildefonso
 
MILAGRO I
 
 
 

48.En Toledo la buena essa villa real
Que iaçe sobre Taio, essa agua cabdal,
Ovo un arzobispo coronado leal
Que fue de la Gloriosa amigo natural.

49.Diçienli Yldefonso, dizlo la escriptura,
Pastor que a su grei daba buena pastura:
Omne de sancta vida que trascó grant cordura:
Que nos mucho digamos so fecho lo mestura.

50.Siempre con la Gloriosa ovo su atenençia,
Nunca varon en duenna metió maior querençia,
En buscarli serviçio methie toda femençia,
Façie en ello seso e buena providençia.

51.Sin los otros serviçios muchos e muy granados
Dos iaçen el escripto, estos son mas notados:
Fizo della un libro de dichos colorados
De su virginidat contra tres renegados.

52.Fizol otro serviçio el leal coronado,
Fizoli una fiesta en diçiembre mediado,
La que caen en marzo dia muy sennalado
Quando Gabriel vino con el rico mandado.

53.Quando Gabriel vino con la messaieria,
Quando sabrosa-mientre dixo Ave Maria,
Edissoli por nuevas que paririe a Messia
Estando tan entrega commo era al dia.

54.Enstonz cae un tiempo, esto por cononçia,
Non canta la Eglesia canto de alegria,
Non lieva so derecho tan sennalado dia
Si bien lo comedieremos, fizo grant cortesia.

55.Fizo grant providençia el amigo leal,
Que puso essa festa cerca de la natal,
Asentó buena vinna, çerca de buen parral,
La madre con el fijo, par que non a egual.

56.Tiempo de quaresma es de afliction,
Nin cantan aleluya, nin façen proceçion,
Todo esto asmaba el anviso varon,
Ovo luego por ello onrrado gualardon.

57.Sennor Sant Ildefonsso coronado leal
Façie a la Gloriosa festa muy general,
Fincaron en Toledo pocos en su ostal
Que non fueron a missa a la sied obispal.

58.El Sancto arzobispo un leal coronado
Por entrar a la missa estaba aguisado,
En su preçiosa catedra sedie asentado,
Adusso la Gloriosa un present muy onrrado.

59.Apareçiol la madre del Rey de Magestat
Con un libro en mano de muy grant calidat,
El que él avie fecho de la virginidat,
Plógol a Ildefonso de toda voluntat.

60.Fízoli otra graçia qual nunca fue oida,
Dioli una casulla sin aguida cosida,
Obra era angelica, non de omne texida,
Fabloli poccos vierbos, razon buena complida.

61.Amigo, dissol, sepas que so de ti pagada,
Asme buscada onrra, non simple, ca doblada:
Feçist de mi buen libro, asme bien alabada,
Feçistme nueva festa que non era usada.

 

62.A la tu missa nueva desta festividat
Adugote ofrenda de grant auctoridat,
Cassulla con que cantes, preçiosa de verdat
Oy en el dia sancto de Navidat.

63.Dichas estas palabras la madre Gloriosa
Tolloseli de oios, non vió nulla cosa:
Acabo su offiçio la persona preçiosa,
De la madre de Xpo criada e esposa.

64.De seer en la catedra que tu estás posado
Al tu cuerpo sennero es esto condonado,
De vestir esta alba a ti es otorgado,
Otro que la vistiere non será bien hallado.

65.Esta festa preçiosa que avemos contada
En general conçilio fue luego confirmada:
Es por muchas eglesias fecha e çelebrada:
Mientre el sieglo fuere non será oblidada.

66.Quando plógo a Xpo, al çelestial sennor,
Finó Sant Illefonsso preçioso confesor:
Onrrólo la Gloriosa, madre del Criador,
Diol grant onrra al cuerpo, al alma muy meior.

67.Alzaron arzobispo un calonge lozano,
Era muy soberbio e de seso liviano,
Quiso eguar al otro, fue en ello villano,
Por bien non iello tovo el pueblo toledano.

68.Pósose enna catedra del su anteçesor,
Demandó la cassulla quel dió el Criador,
Disso palabras locas el torpe peccador,
Pesaron a la Madre de Dios nuestro sennor.

69.Disso unas palabras de muy grant liviandat:
Nunqua fue Illefonsso de maior dignidat,
Tan bien so consegrado commo él por verdat,
Todos somos eguales enna umanidat.

70.Si non fuesse Siagrio tan adelante ido,
Si oviesse su lengua un poco retenido,
Non seria enna ira del Criador caido,
Ond dubdamos que es, mal peccado, perdido.

71.Mando a los ministros a su casulla traer,
Por entrar a la missa la confession façer;
Mas non li fo sofrido nin ovo el poder,
Ca lo que Dios non quiere nunqua puede seer.

72.Pero que ampla era la sancta vestidura,
Issioli a Siagrio angosta sin mesura:
Prísoli la garganta commo cadena dura,
Fué luego enfogado por la su grant locura.

73.La Virgen gloriosa estrella de la mar,
Sabe a sus amigos gualardon bueno dar:
Bien sabe a los buenos el bien gualardonar,
A los que dessierven sabelos mal curar.

74.Amigos a tal madre aguardarla debamos:
Si a ella sirvieremos nuestra pro buscaremos,
Onrraremos los cuerpos, las almas salvaremos,
Por pocco de serviçio grant galardon prendremos.

(De la versión que se ofrece en esta Biblioteca Berceana)

 
 
 
 

 

 

Sea como fuere, independientemente del valor de ambas hipótesis, aceptando su acción combinada, e incluso admitiendo que ambas sean falsas, lo que aparece como seguro es que las dos palabras que nos ocupan, alba y casulla, se excluyen solamente cuando cada una de ellas designa, para quienes las emplean, una prenda determinada de la vestidura sacerdotal. Aún en pleno siglo xvii pueden usarse indistintamente para designar el don de Nuestra Señora. Francisco de Padilla parece admitir ambas denominaciones como equivalentes : narra primero el suceso, convirtiendo sin más el don y vestidura en casulla :

... la Santísima Virgen le habló desta manera : ... serás hoy honrado con don del Tesoro Celestial de mi Hijo, y de mis manos serás adornado de gloriosa vestidura con que celebres y digas Misa en las fiestas de mi Hijo y mías.

Y diciendo esto le echó por cima de la cabeza una Casulla (o Alba según otros dicen) que traía en las manos...

y agrega a continuación :

... y lo que después sucedió desta Celestial Alba o Casulla se dirá en su lugar; tiénese por cierto que hoy está en la Santa Iglesia de Oviedo (Historia eclesiástica de España, ya citada, fols. 282 v°-283.)

También para Salazar de Mendoza vestidura, alba o casulla admiten un empleo simultáneo :

Esta vestidura, casulla, o alba, de San Ilefonso, se guardó en el Sagrario de esta santa Iglesia... (pág. 189).

No se puede soslayar la posibilidad de que en estos autores tardíos la expresión « alba o casulla » encierre un matiz dubitativo : 'casulla, o alba, fuera lo que fuese', sobreentendiéndose 'que no sabemos hoy con precisión de qué prenda se trataba, y algunos la llaman de este modo, y otros del otro'. Pero es muchísimo más probable que en tiempos de Berceo las dos voces designaran planamente un mismo y preciso objeto único, como lo piensan Flórez y Mabillon (esta casulla fue llamada alba « algunas veces », « albam absolute vocabant casullam illam ») y como quizás lo escribió el Cerratense. Gonzalo de Berceo, despierto del todo y usando de la libre precisión léxica que es quizás su característica más peculiar, empleó las dos palabras como lo que en realidad eran en ese momento : dos sinónimos. La contradicción entre ellas, tan aparente hoy, era entonces sólo aparente. No otra cosa hizo el mismo poeta unas coplas más adelante, en el Milagro tercero, con notario y cancelario, otros dos sinónimos que levantaron también su mínima tormenta en el vaso de agua.

Tras esta larga argumentación, destinada a mostrar que dando a cada una de sus palabras su valor exacto, poco o nada hay que retocar en la obra de Berceo, sírvanos de escarmiento el error de los críticos modernos. Fita, Lanchetas, Solalinde, el Profesor Ricard, yo mismo, reaccionamos suponiendo que todos los textos en que aparece la voz alba « nous parlent d'une aube sans aucune espèce de doute ». Bien distinta es la actitud de Sánchez, más acostumbrado a manejar los vidriosos textos de la historia eclesiástica y literaria española, y, muy probablemente, aleccionado por la querella entre las iglesias de Sevilla y Toledo, llevada ante el tribunal del rey48 y en la que la Descensión desempeña un papel preponderante. Para Don Tomás Antonio Sánchez, el texto de Berceo sólo presenta una cuestión de fe, y en manera alguna un problema de vocabulario. Esto en cuanto a nosotros, los críticos.

En cuanto a Berceo mismo, personalmente me guardaría muy mucho de aplicarle el consabido « quandoque... » : más de un cuarto de siglo de asidua relectura no ha logrado advertir — ni provocar, siquiera — el más leve bostezo.

 

 

 

2. Comunicanda.

El Profesor Robert Ricard, entre varias sensatas reflexiones sobre los Milagros de Berceo, dedica algunas páginas a comentar tres pasajes del suceso del niño judío44. En el primero de ellos abona con el peso de su autoridad la interpretación que dimos hace años de la voz carpellidas; en el último, sospecha que « la precisión que le malheureux enfant fut jeté dans le feu tout habillé... peut etre un souvenir biblique » (págs. 12 y 14) : el de los tres mancebos en el horno (Daniel, III : 21). Ello no es imposible, aunque sea difícil imaginar al arrebatado padre dueño de la inútil calma necesaria para desnudar y descalzar a su hijo antes de arrojarlo a las llamas. El comentario central — el más desarrollado —, relativo a la copla 373, merece un examen más detenido.

El Profesor Ricard encuentra en el verso 373 c « une petite diffìculté qui ne semble pas avoir attiré l'attention. En tout cas, à ma connaissance, aucun éditeur ou commentateur (40) n'a cru nécessaire d'expliquer ce que signifie exactement la premiare moitié du vers :

De la comunicanda domni Dios nos defienda.

(Pág. 11.) En la nota (40), el Profesor Ricard añade — salvamos los excesos de su gentileza : « Mème M. Devoto... pense que comunicanda est un simple latinisme qui signifie « communion «... 

Mais il faut tenir compte du contexte. Pourquoi détourner les gens de la communion? »

La explicación de esta dificultad la encuentra el Profesor Ricard en el Dictionnaire latin-françáis des auteurs chrétiens de Blaise y Chirat, s. v. communico -are, que puede — entre otras varias acepciones — significar 'rebajar, vulgarizar, profanar, manchar'. « Dans le passage de Berceo, il s'agit done de la profanation du Corpus Dornini commise involontairement par l'enfant juif qui reçoit innocemment l'Eucharistie sans être chrétien (strophe 356). » Esta opinión, sustentada por una erudita bibliografía de historia del cristianismo, se amplifica ulteriormente (Nouvelles notes sur Berceo, págs. 13-14) por otras citas igualmente eruditas sobre cuestiones de espiritualidad, que llevan esta palabra a los límites de lo inefable.

A nuestro modestísimo entender, y salvo mejor opinión, la argumentación del Profesor Ricard está viciada por un pecado original : el haber entrevisto « una pequeña dificultad » donde, a todas luces, no la hay. Paralelamente, el informado comentador no parece advertir que su argumentación — sobre cuyo real valor teológico carezco de autoridad para pronunciarme — contradice todo el sentido del milagro tal como lo narra Berceo. ¿ Cómo puede haber, para el poeta, « profanación cometida involuntariamente por el niño judío que recibe inocentemente la Eucaristía sin ser cristiano », cuando esa misma inocencia le permite ver a la propia Madre de Dios que « a grandes e a chicos ella los comulgaba », y nos permite creer a nuestra vez que recibió de Sus manos la comunión, como toda la asamblea, o, por lo menos, que la recibió porque Ella misma lo permitió así? En todo caso, de esta supuesta « profanación » brota el milagro final, nacido, según el poeta, del « servicio » — sin dudas la adhesión inocente del pequeñuelo — que se le hace a Nuestra Señora (« por servicio da gloria », 374 b ; « qui servicio li faze, es de buena ventura », 375 a ; incluso « Los que... la desirvieron / della mercet ganaron, si bien ge la pidieron », 376 ab). Si pudo caber profanación y deservicio en el niño judío, no cabe duda de que para Berceo se trataba de una « felix culpa », y que — teológicamente oportunas, o no — las reflexiones sobre la «profanación » son las que no parecen tomar en cuenta el contexto.

Ya en las notas de mi versión modernizada de los Milagros de Nuestra Señora decía de comunicanda que « es un latinismo que vale lo mismo que 'comunión' (Du Gange), y completa el sentido de parodia del oficio fúnebre que tiene todo el pasaje » (pág. 190 de la ed. de 1957 ; lo mismo en Bull. Hisp., LXV : 227, 1963). Sigo creyendo que ello es exacto, y sólo debo acusarme por una ligereza de musicólogo : haber empleado comunión a secas, sin pensar que esta palabra puede tomarse en los únicos sentidos religiosos que le asigna el diccionario oficial de la lengua : la Eucaristía, el acto de recibirla, la congregación de los fieles. Hubiera debido precisar, explícitamente, que la voz designa aquí el final de la segunda parte de la misa, y más especialmente « el canto de la comunión », « antífona que en el siglo XIII se llama sencillamente Communio45 ». En efecto, el verso 373 c no se refiere, como piensa el Profesor Ricard, al niño judío, sino a su padre : « tornado ceniza y carbones »,

            non dizien por su alma salmos ni oraciones,

            mas dizien denósteos e grandes maldiciones.

373       Dizienle mal oficio, facienli mala ofrenda,

            dizien por Pater noster : « qual fizo, atal prenda » ;

            de la comunicanda domni Dios nos defienda,

            por al diablo sea tan maleíta renda.

Si como mal oficio y mala ofrenda decían maldiciones y denuestos, en vez de salmos y oraciones, reemplazando el Padre nuestro por un refrán que justificaba su castigo, sólo cabe pedir que Dios nos libre y defienda de lo que decían por comunicanda, en vez de las conciliadoras y consoladoras palabras de la communio o la postcommunio, en la misa por los difuntos.

Que comunicanda designa este canto y su lugar en la celebración de la misa no ofrece duda alguna : la reciente y cuidada edición del vocabulario de Correas por M. Louis Gombet reúne casi todos los pasajes que, en mi conocimiento, emplean esta voz, al anotar los refranes « Ni comendón bien cantado, ni hijo de clérigo bien criado », y « Ni comunicanda bien cantada, ni manceba de clérigo mal tocada » : Hernán Núñez, Oudin — que traduce en los dos casos « postcommunion » —, Sbarbi, Américo Castro y este preciso pasaje de Berceo46. En las notas a su edición del Libro de Buen Amor, verso 380 d, Corominas vincula comendón, « que parece ser responso », con « las palabras animam eius commendó 'encomiendo su alma', recitadas por el clérigo cantor ». Y en cuanto a comunicanda, si el testimonio anónimo de los refranes pareciera insuficiente en materia tan grave, puede sumársele el de un abad benedictino, Fr. Antonio de Yepes, que al relatar el milagro que por gracia de Dios obró Santo Domingo de Silos sobre Juan el ciego (Berceo lo cuenta en las coplas 336 y siguientes de su Vida del Santo), dice :

Vistióse luego santo Domingo los ornamentos para decir Misa, y llegando en ella a la comunicanda en donde se decían estas palabras : Gústate, et videte, quoniam suauis est Dominus, fue el Señor tan suave con su siervo que condescendió con sus oraciones, abriéndosele en aquel instante al ciego los ojos47...

 

 

 

3. Sobre quince versos de Berceo redactados en el siglo XVIII.

 

No puede decirse que la historia literaria de Berceo antes de su edición por Don Tomás Antonio Sánchez esté aún por hacer : cabe más bien decir que está ya para que la hagan de nuevo. Trataron de ella Fitz-Gerald (cita a diez autores que se ocuparon de Berceo antes de 1780), Foulché-Delbosc (que critica a Fitz-Gerald y agrega otros seis nombres) y Pfandl (que añade uno más); ninguno de los tres procedió en esta materia de manera irreprochable : el primero se sirvió de apuntes incompletos sobre los libros mencionados ; el segundo se limitó a algunos de los autores citados por Gallardo; Pfandl pretendió ocultar su verdadera fuente. Hoy el feliz azar y algún empeño nos permiten llevar a la sesentena el número de los autores antiguos que supieron de Berceo y conocieron — por lo menos parcialmente — su obra; el centenar de textos reunidos permitirá acaso trazar con mayor amplitud algunas líneas generales de la crítica literaria española anterior al siglo xix. Como anticipo, creemos oportuno ofrecer ahora uno de los episodios más curiosos de la prehistoria de Berceo : el redescubrimiento de una imitación fraguada en el primer cuarto del siglo XVIII.

El P. Sebastián de Vergara — y algún otro autor con él — se lamenta del silencio de Berceo en lo relativo al nacimiento de Santo Domingo, el fundador de la Orden de Predicadores : se sabe que el Santo Fundador llevaba el nombre del Abad de Silos a causa de la devoción de su madre y por algunas circunstancias que precedieron su nacimiento. En esta materia, dice Vergara,

Faltó Grimaldo, y faltó la luz que hemos seguido. Don Gonzalo Berceo, que vivió en tiempo de el Santo Fundador, acaso nos aclarara algunas dudas que hoy padeceimos, si no hubiera perdido un cuaderno de los que le enviaron de Silos48.

Este silencio pareció pesar a los premonstratenses más que a los propios dominicos; e intenta remediarlo en 1723 una oficiosa disertación del P. José Esteban de Noriega49, en la que sostiene, como otros de sus hermanos de religión, que Santo Domingo Fundador fue canónigo regular de la Orden de San Norberto en el Monasterio de Santa María de la Vid; y trata de probarlo con el testimonio de Berceo :

4 His praemissis, suppositio nostra (praeterquamquod in ea nobis cum tenenda sponte conspirant RR. PP. Dominicani) commendanda venit primo ex vetustissimo códice in Scrinijs Monasterium S. Emiliani, & S. Dominici Silensis, Ordini S. Benedicti, asservato [Ladillo : « Codex vetustis — / simus Benedict. »], per Monachum Gundisalvum de Berceo Castellano antiquo metro conscripto, ad cujus calcem leguntur eandem fere antiquitatem redolentia :

De Santo Domingo os quiero contar,

que fiz mili miraglos por tierra, è por mar.

Nació en Calaroga, que es muy grand logar,

que en aquella Alfoz diz nō tiene par.

Su Padre fue Feliz de los de Gudman,

su Madre fue Joana, que con grande afán

le parió en el dia del Señor San Juan.

Soñó Doña Juana, que tenia un can,

& un cirio ardiente, que dava flamadas,

que por todo el mundo eran resplandadas ;

porque fue flagelo de Apostatadas.

De catorce años se fue à vn Padre Abad,

porgue le criasse, con grand caridat,

que fue en el Convento de gran santidat,

que se diz de la Vid, cerca do fue nat.

El Index reza, además, « Gundisalvi de Berceo, Monach. Benedict. testim. pag. 5. n. 4. »; y en pág. 13, para hacer bien las cosas, se lee que según Grimaldo, en el Codex Exilens. M. S., Santo Domingo de Guzmán, hijo de Félix y de Juana, « fit Canonicus in Monasterio de la Vid Ordinis Praemonstratensis ».

La ficción de Noriega podía pasar por buena : Berceo había sido ya mencionado con alguna extensión, y su obra parcialmente citada, por Nicolás Antonio (1696), Argaiz (1677), Ambrosio Gómez (1653), Yepes (1617)..., lo que permitía aprovechar el nombre del poeta y algo de su manera arcaica para autenticar una afirmación interesada. Solamente una década más tarde Vergara tornaría imposible toda superchería al editar juntamente a los tres primeros biógrafos del santo de Silos (Grimaldo, Berceo, Marín), y quizás en su cita de Grimaldo y de Berceo (y no de Marín, historiador más tardío y de sucesos también ulteriores) como testimonios negativos, pase el recuerdo de la falsificación del P. Noriega.

Casi tres lustros después de la aparición del libro de Noriega, D. Pedro José de Mesa Benítez de Lugo recoge su testimonio :

Argumento tercero. Conjetura de haberse atribuido a Nuestro Santo el Nombre y Apellido de Guzmán de otros Contemporáneos suyos.

§ 161. [Noriega aporta varios documentos probatorios,] ... y entre ellos... hay también unos versos de Gonzalo Berceo (que vivía en tiempo de nuestro Santo), que dice que su Padre fue Félix de los de Guzmán 50...

Todavía en 1736, el canónigo premonstratense Charles-Louis Hugo, historiador de su Orden, recoge la parte de la ficción relativa a Grimaldo :

Ita & penè ad verbum habet Grimaldo Benedictini Monachi Exiliensis antiquissimus manuscriptus codex ; « eodem, inquit, tempore Dominicus de Guzman filius supra dicti Foelices & Joannae de Azá fit Canonicus in Monasterio de Lavid Ordinis Praemonstratensis, postea Oxomensem Ecclesiam reformavit, cum consensu & volúntate D. Didaci ejusdem sedis Episcopi51.

Es indudable que la mención de Grimaldo procede de Noriega, a quien el P. Hugo cita repetidamente en sus anales (cols. 166, 1130, etc.); la exclusión de Berceo puede explicarse fácilmente por la preferencia dada a un texto latino sobre un texto en lengua vulgar que hay que traducir o parafrasear.

Por estos tiempos la falsa cita de Berceo debió de pasar a la Crónica de la Orden Premonstratense de Manuel García, abad del Monasterio de San Joaquín de Madrid. Esta crónica, aunque lista para la impresión, ha permanecido inédita (no la mencionan las bibliografías corrientes — Brunet, Palau, etc. — y ni siquiera el repertorio de Van Waefelghem52); su autor figura en cambio en el de Goovaerts53. Del P. García la noticia pasa al estudio del P. Bremond sobre la prosapia de Santo Domingo Fundador. En el capítulo x, destinado a examinar algunos documentos antiguos que ilustran la nobleza del santo, Bremond considera dos que los premonstratenses alaban, posteriores al santo y que son « Grimaldo » y « Berceo », citado este último sin mencionar su nombre :

III. Aetatem sequentis monumenti certiorem putant alumni celeberrimae Praemonstratensis familiae. Illud ex Códice Seculo XIII manu exarato refert (a) [Nota al pie : (a) In Chronicis Ordinis Prae-monstraten. Cap. vi. Num. CXII.] eruditus Manuel García, Praemonstratensis Ordinis Ex-Generalis, Abbas Matritensis Monasterii S. Joachimi. Huius tenoris est :

De Santo Domingo vos quiero contar

Que fiz mili miraglos por tierra, è por mar;

Su Padre fue Félix de los de Guzman :

Su Madre fu [sic] Juana, que con gran afán

Le parió en el dia del Señor San Juan,

Id est : De Sancto Dominico vobis narratum velim, quod sexcentis miraculis ubique claruit. Patrem habuit Felicem e Guzmana gente oriundum : Matrem vero Johannam, quae genuit ipsum die Sancto Johanni Sacra.

Haec in Ms. Códice Seculi XIII haberi, docent Praemonstratenses. Si tamen ex Critices regulis urgeat Cuperus ; non abs re futurum censerem, quod & Auctoris nomen, & Codicis manus diligenter expenderetur, ut de utriusque aetate magis constaret54

La omisión del nombre de Berceo y la falta de precisiones sobre el manuscrito parecerían dar a entender que — quizás indirectamente — la edición de Vergara empezaba a dar sus frutos : nótese además que Bremond cita al P. Manuel García (y también, en pág. 255, a « Petrus Joseph de Mesa Benites de Lugo »), pero no al P. Noriega: las objeciones contra éste habían comenzado a formularse quince años antes, a los dos de publicada su impostura. El Presentado Fr. Manuel José de Medrano, cronista de la Orden de Predicadores, al estudiar en su vida del Fundador la educación de Santo Domingo, afirma que « todos los historiadores domésticos y extraños » convienen en que se formó junto a su tío el Arcipreste de Gumiel de Izan, « Pero algunos Escritores de la Antiquísima y Religiosa Familia Premonstratense quieren que desde la casa de sus padres pasase Santo Domingo a la Imperial de Nuestra Señora de la Vid, célebre y gravísimo Monasterio de su Orden 65 ». Después de resumir los fundamentos de Fr. Bernardo de León y del Maestro Dubal sobre esta materia, así como su aceptación por Colmenares y por Gil González Dávila, agrega :

53 Por otra senda muy distinta camina un Erudito moderno, para conciliar entrambas sentencias. Confiessa, pues, que Santo Domingo se crió en Gumiel de Izan, y en casa del Arcipreste su tío, desde los siete, hasta los catorce años de su edad. Asentado este principio, como inconcuso entre los Escritores de aquel tiempo, añade que después tomó Santo Domingo el Hábito Canonical Premonstratense [...] Funda este sentir en las Autoridades de Grimaldo, Monge de Santo Domingo de Silos, de quien refiere el texto siguiente : Eodem tempore Dominicus de Guzmán, filias supradicti Felicis & Ioanna de Aza, fit Canonicus in Monasterio de la Vid Ord. Premonstr. postea Ecclesiam Oxomensem reformavit. Confírmale con testimonio de Gonzalo de Verceo, Monge Benedictino del Monasterio de San Millán de la Cogulla, que en la Vida de Santo Domingo, escrita en verso por este piadoso Varón, dice así :

De catorce años se fue a un Padre Abad,

Para que le criasse con gran caridad,

Que fue en el Convento de grā Santidad,

Que se dice la Vid, cerca do suenat [sic].

La otra prueba que produce es la Autoridad de D. Gonzalo Arredondo, Abad de Arlanza, en la Historia manuscrita, que presume, pero no afirma, guardarse en dicho Convento [...] Últimamente apoya su sentir con una donación del Infante Don Juan Manuel [...] Estos son los fundamentos con que este Docto moderno intenta probar que Santo Domingo fue de la Orden Premonstratense, y que nos hicieran seguir esta opinión, si tuvieran tanto de sólidos como manifiestan de bien discurridos (pág. 65).

Discute luego de manera general todos estos testimonios, ocupándose en primer término de la « sentencia » de los premonstratenses León y Dubal, y luego de la del « Erudito moderno » :

55 Más fundada era la opinión segunda, si los Autores que cita no hubiesen escrito antes de los años en que pudo Santo Domingo ser Canónigo Premonstratense, o si el tiempo hubiese guardado los escritos que contienen los testimonios : pero habiendo perecido, y constando que escribieron por los años de 1180 [sic por 1080], cuando no tenía más que diez el Santo, y no existiendo tampoco la escritura del Infante Don Juan Manuel, se quedan todos sus fundamentos en la línea de incertidumbre, sin tocar en la probabilidad (pág. 66).

Agrega después, como Capítulo vii, una « Disertación en que se examinan los fundamentos con que un moderno Premonstratense intenta convencer que el Gloriosísimo Patriarca Santo Domingo vistió el Hábito de su Esclarecida Familia » (pág. 68 sigs.), porque, aunque « según nuestra inteligencia convencimos la imposibilidad de este asunto, nos obliga a segundo examen la disertación que acaba de publicar el R. P. M. Fr. Joseph de Noriega, Abad del Convento de San Norberto de Salamanca ». Enumera primero los testimonios antiguos conocidos, a los que contradice la disertación de Noriega, e invalida sus nuevos « testimonios » con estas palabras :

74 Al argumento deducido de los ancianos versos de Berceo, y de la Historia del Conde Fernán González, que se supone haber escrito el Maestro Arredondo, queda ya respondido en el Capítulo antecedente, que tales obras no existen, y cuando existiesen, no podrían servir al intento ; pues el primero floreció por los años de 1080, casi un Siglo antes que naciese Santo Domingo ; y el segundo ni se halla en algún Convento de los R. R. P. P. Benitos ni tuvieron de él noticia los más Eruditos Varones de nuestra España : con que también es débil este argumento del Rmo. Noriega (págs. 75-76).

El Presentado Medrano combate un texto falso con un argumento también falso : el de que Berceo, contemporáneo de Santo Domingo de Silos su biografiado, floreció por los años de 1080; pero así se creía entonces, y así lo proclamó en particular Argaiz y lo difundió Nicolás Antonio. Con mejores argumentos discurre ese mismo año de 1725 Don José López Agurleta, pretendiendo a Santo Domingo para otra Orden66 :

§ XIX. Gracias, y respuesta a una nueva Disertación sobre que Santo Domingo fue Canónigo Premonstratense del Monasterio de la Vid antes de pasar a Osma (pág. 373).

6.   Respondiendo ya a los fundamentos de la Disertación sobre profesión del Santo en el Monasterio de la Vid, [...] parecen ser los principales éstos : [...] Quinto es hallarse ciertos versos también Ad Calcem de otro manuscrito muy antiguo, que se guarda en San Millán y en Silos (serán dos), en los cuales versos, que acaban : cerca do fuenat, se dice que le crió un Abad en el Monasterio de la Vid con gran Caridat, habiéndole parido su madre con grande afán en el día del Señor San Juan (no Sant Iohan...).

7.   De todos estos instrumentos, parece que el Autor no ha visto alguno... (pág. 379-380).

12. Ya se nos quejarán los otros dos instrumentos, el de fundación de Monjas en Cifuentes [atribuido a Don Juan Manuel], y los versos en los manuscritos de San Millán y Silos, diciendo que menos sienten la detracción que el olvido. En los versos no hay cosa contra el hábito en la Orden de Santiago, pero aunque en ellos se representa bien en mucho la antigüedad, parécenos que no en el todo ; porque aquel Nació del tercero verso al núm. 4 de la Disertación, correspondiente al último, que dice : Nat por nacido, es contra reglas de antiguos Castellanos, que gobernaban las flexiones de los verbos por presente indicativo, como de Cognosco, conoscer, y los pretéritos conosció, conoscido. Y de Nascor sacaban nascer, nasció y nascido. También la voz Gudmàn por Guzmán del quinto verso alude a cierta novela comenzada a oirse por el año de 1600. Porque desde que el lugar de Guzmán salió por permuta del poder de los Benitos de Arlanza el año de 1119 tenemos creído que lugar y Señores de él siempre se dijeron y escribieron : Guzmán, y de Guzmán. Más del caso para nuestra Apología que para la Disertación son estos versos ; pero débese decir lo que se siente, y no sentimos bien de ellos. Son más del caso, porque suponen que Santo Domingo hizo milagros en el Mar, ibi : Que fiz mili miraglos por tierra, è por Mar. Y comprobándose en la Apología al §. XI la predicación del Santo en León y Galicia, y su cautiverio en el Mar por Marzo de 1200, parece negarse esto en la Disertación, que le supone recogido en el Monasterio de la Vid hasta el año de 1203 con los cargos de Sacristán, Suprior y Prior, guardando allí la estabilidad que según estilo prometió en la profesión. También los versos dicen al Padre del Santo : Félix de los de Guzmán, y es más conforme a la Apología, que haciéndole Caballero Religioso de la Orden, sin propio dominio en Guzmán, sólo podía decirle : De los de Guzmán, aunque a hermanos suyos se les dijese absolutamente de Guzmán como se notó fin del §. XIII. Y de Doña Juana no dicen los versos ser de Aza, ni de los de Aza, que también, conforma con lo dicho en el § V de la Apología, donde se dice ser hermana de Don Fernando García, Mayordomo del Rey de León los años 1198 y 1202, y de Doña Berenguela en Castilla, Señor de Caleruega y abuelo del Don Fernando García que dio Caleruega a la Orden de Santiago. Todo este refuerzo perdemos para la Apología en los versos, por parecemos más modernos de lo que representan (págs. 385-386).

También en el Sumario se recapitula el rechazo de los versos forjados :

§ XIX. Respuesta a cierta Disertación.

N° 12. Las Escrituras de Fundación de Monjas, y versos en San Millán, no prueban.

N° 13. Versos son a favor; y la Escritura [de la Fundación de Monjas en Cifuentes] con indicios de Alterada.

Con López Agurleta queda, al parecer, enterrada la superchería berceana de Noriega. De lo mucho controvertible de su Disertación se ocupará el Bolandista Willem Cuyper (el « Cuperus » invocado por Bremond) en las Acta Sanctorum del mes de agosto, en la fiesta de Santo Domingo 67, pero sin decir palabra sobre su Berceo ni su Grimaldo, y con razón. Y cuando la controversia sobre el origen del fundador de los dominicos oponga a los PP. Cuyper y Touron, « Grimaldo » y « Berceo » — para no hablar de Don Juan Manuel ni de Arredondo — continuarán ausentes, aunque el P. Touron consagre parte de su capítulo m a algunas « Reflexions sur la Dissertation de Don Joseph-Étienne de Noriega, & contre le sentiment de son annotateur » (el P. Pedro Manso, autor de la aprobación)58 y Guyper le responda el año siguiente59. Un eco postrero de la superchería del P. Noriega parece pasar por las Memorias del P. Sarmiento : a Berceo, dice, se atribuye en San Millán la traducción del epitafio de Santa Oria y su madre, en versos más o menos octosílabos (aunque más que a octava octosilábica sabe a cuaderna vía de diez y seis sílabas) :

596. Así, pues, a imitación de esto habrá hecho otras muchas coplas en metros menores, vista la facilidad con que versificaba. Pero debo advertir que ni en los dos códices que se conservan en S. Millán, ni en los dos que se conservan en Silos, no hay memoria ni señal de ciertas coplas de Arte mayor, que no sé quién fingió que se hallaban en ellos ; pues los dos de Silos los vi y leí todos ; y los dos de S. Millán se registraron todos por mi súplica60.

Desechados pero, al parecer, no olvidados del todo, estos falsos versos de Berceo son un precedente — hasta hoy ignorado — del Loor socarronamente pergeñado por Don Tomás Antonio Sánchez. Son, sin embargo, dos imitaciones que difieren totalmente : signo de otros tiempos, de dos distintas maneras de considerar a Berceo, las separa, más que una breve distancia temporal, todo lo que va de una falsificación utilitaria que se sirve del testimonio puramente histórico de Berceo antigualla, al juego gratuito que es el primer homenaje literario a Berceo el poeta.

 

 

CANTIGA 73

 

Congreso Eucarístico Internacional de Barcelona (Montjuic),1952. En la  imagen, obra de Ortiz Echagüe, tanda de ordenaciones sacerdotales conferida, en las campas deportivas de Montjuic, a ochocientos presbíteros.

 

Ben pod' as cousas

Como Santa Maria tornou a casula branca
que tingiu o vinno vermello.

 

Ben pod'as cousas feas fremosas tornar
a que pod' os pecados das almas lavar.
 
E dest' un miragre fremoso vos direi
que avo na Clusa, com' escrit' achei,
que fez Santa Maria; e creo e sei
que mostrou outros muitos en aquel lugar.

Ben pod'as cousas feas fremosas tornar
a que pod' os pecados das almas lavar.
 
De monjes gran convento eran y enton
que servian a Virgen mui de coraçon;
un tesoureir' y era aquela sazon,
que Santa Maria sabia muit' amar.

Ben pod'as cousas feas fremosas tornar
a que pod' os pecados das almas lavar.

E quando alga cousa ll' ia falir,
log' a Santa Maria o ya pedir,
e ela llo dava; porend' ena servir
era todo seu sis' e todo seu coidar.

 Ben pod'as cousas feas fremosas tornar
a que pod' os pecados das almas lavar.
 
Onde ll' avo que na festa de Natal,
que dizian os monges missa matinal,
fillou ha casula de branco çendal
pola yr põer enton sobelo altar.

 Ben pod'as cousas feas fremosas tornar
a que pod' os pecados das almas lavar.
 
E fillou na outra mão, com' aprendi,
vinno con que fezessen sacrifiç' ali;
e indo na carreira avo-ll' assi
que ouv' en ha pedra a entrepeçar.

 Ben pod'as cousas feas fremosas tornar
a que pod' os pecados das almas lavar.
 
E avo-ll' assi que quand' entrepeçou,
que do vinno sobrela casula 'ntornou,
que era mui vermello; e tal la parou
como se sangue fresco fossen y deitar.

 Ben pod'as cousas feas fremosas tornar
a que pod' os pecados das almas lavar.
 
E aquel vinn' era de vermella coor
e espessa tan muito que niun tintor
vermello non poderia fazer mellor,
e u caya nono podian tirar.

 

 
 
 
 

 

Ben pod'as cousas feas fremosas tornar
a que pod' os pecados das almas lavar.
 
Quando viu o mong' esto, pesou-lle tant' en
que per poucas ouvera de perder o sen,
e diss' enton: «Ay, Madre do que nos manten,
Virgen Santa Maria, e ven-mi ajudar.

 Ben pod'as cousas feas fremosas tornar
a que pod' os pecados das almas lavar.
 
E non me leixes en tal vergonnna caer
com' esta, ca ja nunca, enquant' eu viver,
non ousarey ant' o abad' apareçer,
nen u for o convento ousarei entrar.»

 Ben pod'as cousas feas fremosas tornar
a que pod' os pecados das almas lavar.
 
Esto dizend' e chorando muito dos seus
ollos, acorreu-lle log' a Madre de Deus
e fez tal vertude, per que muitos romeus
veron de mui long' a casul' aorar.

 Ben pod'as cousas feas fremosas tornar
a que pod' os pecados das almas lavar.
 
Ca u vermella era, tan branca a fez
que o non fora tanto da primeira vez.
Poren Santa Maria, Sennor de gran prez,
loaron quantos oyron desto falar.

 Ben pod'as cousas feas fremosas tornar
a que pod' os pecados das almas lavar
.

 

 
 

 

 

NOTAS

 

1.   Colección de poesías castellanas anteriores al siglo XVI t. II. Madrid, por Antonio de Sancha, 1780, págs. 284-285.

2.   Gramática y vocabulario de las obras de Gonzalo de Berceo. Madrid, Suc. de Rivadeneyra, 1900, págs. 137 y 213.

3.   Bull. hisp., LIX : 6,1957 ; el texto del P. Fita se halla en el Boletín de la Real Academia de la Historia, VII : 60, 1885.

4.   Les Langues néo-latines, 172 : 3-8 de la separata, 1965 ; en particular págs. 6-7. Agreguemos, como homenaje al estudioso de la evangelización del Nuevo Mundo, el grabadito mexicano en madera que adorna el Vocabulario de la lengua castellana y mexicana de Alonso de Molina, 1555.

5.   Nouvelles notes sur Berceo (En : Les Langues néolatines, 61e année, fase. II, oct. 1967, n° 182, págs. 8-10; lo citado corresponde a la pág. 9).

6.   Mussafia va citado ya por Valmar; Poncelet se encuentra en Análecta Bollandiana, XXI : 241-360, 1902.

7.   Descripción de la capilla de Nª Sª del Sagrario..., Madrid, en casa de Luis Sánchez, 1617. La descripción detallada de este volumen constituye el n° 23 de la Bibliografía agregada por Foulché-Delbosc a su edición de Góngora (t. III, pág. 117 ; la remisión viene de la pág. 94 de ese mismo tomo). La edición de Millé Giménez utilizada por el Profesor Ricard no cita este libro ni en las notas al soneto 343 ni en las de las octavas 407 — que son las que nos ocupan —, pero remite en estas últimas a sus Estudios de literatura española (La Plata, Bibl. Humanidades, 1928), págs. 195 y sigs. : cita allí a Pérez Pastor, Alenda y Mira, Leo Rouanet y M. Artigas, que se ocuparon de estas festividades de Toledo.

8. Sagrario de Toledo. Barcelona, por E. Liberós, 1618, fol. 300.

9.   P. Enrique Flórez, España Sagrada, t. V. Madrid, por Antonio Marín, 1750, págs. 509 y 525.

10. Citamos por los Historiae de Rebus Hispaniae libri XXX. Moguntiae, typis Balthasaris Lippii, impensis heredum Andreae Wecheli, 1605, Liber sextus, cap. x y cap. xviii, págs. 230-231 y pág. 248; y por la edición de la B. A. E., t. XXX, págs. 164 y 176 respectivamente.

11.    Respectivamente : Madrid, en la imprenta del reino, a costa de Alonso Pérez, 1637 ; Madrid, por Diego Diez de la Carrera, a costa de Alonso Pérez, 1639, pág. 32 ; y Madrid, en la imprenta de doña Mariana del Valle, a costa de Antonio Rivero Rodríguez, 1656, fol. 24.

12.    Francisco Portocarrero, S. J., Libro de la descensión de Nuestra Señora a la Santa Iglesia de Toledo, y vida de San Ilefonso arzobispo della, Madrid, por Luis Sánchez, 1616.

13.   S. Ilefonso defendido y declarado..., pág. 271.

14.   Defensa cristiana, política y verdadera de la primacía de las Españas, que goza la Santa Iglesia de Toledo..., Madrid, en la Impr. real, por Joseph Rodríguez de Escobar, 1 726. — Hay traducción latina de Cajetano Cenni, Primatus Hispaniarum vindicatus..., Romae, ex typ. Vaticana, apud J. M. Salvioni, 1729.

15. Historia general de España del P. Juan de Mariana defendida... contra las advertencias de Pedro Mantuano..., Toledo, por Diego Rodríguez, 1616, pág. 21.

16. La soledad laureada..., t. I, Madrid, por Bernardo de Herbada, a costa de Gabriel de León, 1675, pág. 77. También el P. Mariana cita, y dos veces, a Vincent de Beauvais.

17.    El glorioso doctor San Ilefonso, arzobispo de Toledo, Primado de las Españas. Toledo, por Diego Rodríguez, 1618, págs. 81-82.

18. Luitprandi... Opera quae extant, D. Hieronymi de la Higuera..., D. Laurentii Ramírez de Prado... notis illustrata. Antverpiae, ex officina Plantiniana Balthasaris Moreti, 1611, pág. 495. En la pág. 342 emplea la voz cappa.

19.    Citamos por la Hispaniae Bibliotheca de A. S. Peregrinus (el P. Schott). Francofurti, apud Claudium Marnium & haeredes loan. Aubrii, 1608, pág. 209. Lo mismo en Salazar de Mendoza, pág. 111, que agrega : « Ferriolo Locrio, Cura de la parroquial de san Nicolás de Arras, en Picardía, en el libro de la Emperatriz de los cielos. Que le dio con la casulla, una cátedra o silla preciosa. »

20.    Ramillete de flores y excelencias de la Virgen, Nuestra Señora..., Pamplona, por N. de Assiayn, 1617, págs. 32, 35 y 36.

21.    Citamos a Lope (El Capellán de la Virgen) por la Parte 18 de sus Comedias (Madrid, por J. González, 1623, fol. 157); el texto de Calderón (La Virgen del Sagrario) lo da el Profesor Ricard, op. cit., pág. 6.

22.    Pág. 1180, y no 1181 como lee el índice. Véase más abajo la actitud idéntica de Julián del Castillo.

23.    Pág. 193 : « Prelados de Oviedo que intentaron abrir la arca. » Después de ocuparse de dos que tuvieron esta intención pero no llegaron a llevarla a cabo, concluye con Ambrosio de Morales « que siempre que se ha tenido esta pretensión, han sucedido desastres » (pág. 196). Lo mismo refiere Antonio de Quintanadueñas :

« Tradición es, que algunos Obispos de Oviedo que más por curiosidad que por devoción han intentado abrir el arca y ver la Casulla, han tenido infelices sucesos » (Santos de la imperial ciudad de Toledo, Madrid, por Pablo de Val, 1651, págs. 475-476). Lo mismo en Lozano : « Ella misma, con sus propias manos, le echó sobre los hombros una riquísima casulla de tela de Cielo, cuyo bordado y primor no le pueden ni le han podido discernir humanos ojos. Algunos, por curiosos y atrevidos, han quedado ciegos. Solos los de Ildefonso y los de aquellos capitulares y de los muchos testigos a quienes, para testimonio, quizá, la mostró después el Santo, gozaron tamaña dicha, sin incurrir en pena... » (Historias y leyendas, ed. J. de Entrambasaguas, II : 251).

24.    Salazar de Mendoza, págs. 119-120 : « Si no me engaño, he juntado ciento y senta [sic] y nueve. Entre ellos hay cincuenta y cinco Breviarios....... Los cuales [Martirologios], y los Santorales, y leyendas y vidas de santos que se han citado, llegan a treinta. Las Historias, Crónicas y Anales son treinta y tres. Los que lo han escrito en diferentes tratados y libros, cincuenta y uno... Todos hacen el dicho número de ciento y sesenta y nueve. » Y en pág. 248, después de algunas adiciones : « Son por todos los autores ciento y ochenta y uno. » Todos tratan de la Descensión, pero no todos los que escriben en español (a juzgar por los que hemos visto) se refieren explícitamente a la prenda celeste. Como el cuento de Salazar de Mendoza y el nuestro difieren, damos la lista de autores españoles que cita para facilitar ulteriores investigaciones : Fr. Pedro de la Vega, Lorenzo de Padilla, Antonio Girón, Juan Bonifacio, Fr. Martín de Lilio, Alonso de Villegas, Pedro de Ribadeneyra, Juan Basilio Santoro, Juan Maldonado, Juan Marieta, Domingo de Baltanás, Dr. Carrasco, Miguel de Carranza, Juan de Cartagena, Francisco Lucio, Valeriano Ordónez de Villaquirán, Francisco Portocarrero, Tomás Tamayo de Vargas, la Crónica general, Ambrosio de Morales, Gonzalo de Illescas, Garibay, Alvar Gómez de Castro, Mariana, Pérez de Alcocer, Juan del Castillo, Francisco de Padilla, Bernardino de Miedes, Antonio de Yepes, Fr. Bernabé de Montalvo, Miguel Hernández, Francisco de Pisa, Diego de Valera, Fr. Gabriel de Talavera, Baltasar Porreño, Rodrigo de Yepes, Basilio de Arce, Mauro Castela Ferrer, García de Loaysa, Blas Ortiz, Alonso Cedillo, Pedro de Medina, Prudencio de Sandoval, Luis Núñez, Fr. Antonio Pérez, Fernán Pérez de Guzmán Gabriel Vázquez, Gregorio López Madera, Pedro de Hojeda, Andrés Re-sende, Gaspar de Salcedo, Ignacio de Ibero, Juan Martínez Silíceo, Francico de Sosa, Fernando de Mendoza, Juan de Castañiza, Tomás de Trujillo, Juan Trullo, Juan de Pineda, Bernardino de Sandoval, Alonso de Horozco, Alonso de Mendoza, Martín del Río, Ginés de Rocamora y Torrano, Diego de Valdés, Alonso Venero, Pedro Sánchez, Fr. Luis de Acevedo.

25. Las variantes son numerosas, y pueden ir del escueto relato de Fr. Alonso Venero (San Ildefonso, dice, « escribía de la virginidad de Nuestra Señora. Por lo cual mereció de mano de la mesma Virgen ser vestido ». Enrichiridion de dos [sic] tiempos... Anvers, en casa de Martín Nucio, 1551, fol. 132) al demorado narrar de Mosén Diego de Valera : « ... toma esta vestidura que yo te doy, porque seas honrado en esta vida y en la otra de gloria y de santidad, e vestirla has en las pascuas e días de mis fiestas e de los otros santos principales... e el santo arzobispo quedó mucho alegre con el glorioso don que Na. Señora le dio... E de que... murió, nunca hubo arzobispo que aquella vestidura osase vestir salvo el arzobispo Sisiberto que fue por sus culpas de aquella dignidad echado. Pero en los milagros que de Na. Señora se escriben se dice que este arzobispo que la vestidura de Na. Señora se vestió se llamaba Sicario e que se le apretó tanto al cuerpo que lo mató ». (Crónica de España abreviada..., Sevilla, por Jacobo Cromberger, 1517, cap. xxxj, fol. xxx.). « Queriendo la santísima Virgen nuestra Señora gratificar este grato y leal servicio a su devoto siervo Illefonso, ella misma bajó del cielo a darle ciertas prendas y esperanzas de la eterna bienaventuranza, y a honrarle a él en esta vida con una preciosa vestidura, y por él a la santa Iglesia de Toledo », escribe el P. Miguel Hernández, S. J. (Vida, martirio y translación de la gloriosa virgen y mártir santa Leocadia..., Toledo, por Pedro Rodríguez, 1591, fol. 36). No tengo a la mano los Enigmas del Tostado para verificar si la versión del P. Robert Guellin es fiel (Enigmes sacrez composés en l'honneur de la Vierge Marie par le grand Evesque d'Auila Tostat. Nouvellement expliquez..., Paris, chez Martin Durand, 1619) : emplea « vne robbe du Ciel... cet accoutrement » (fol. 15, con un ladillo que remite a « Cartag. lib. / ultimo de / Mirandis / Deiparae, / § 72. », indicación que tampoco he podido verificar). Los autores latinos, naturalmente, pueden mantenerse dentro de lo tradicional mente textual : así Juan Tamayo de Salazar, en el vol. I de su Anamnesis, se atiene a vestís y a munusculum (Luduni, sumpt. Ph. Borde, L. Arnaud et Cl. Rigaud, 1651, págs. 250 y 251).

26.  Historia de los reyes godos..., por Julián del Castillo. Proseguida... por el Fr. Jerónimo de Castro y Castillo, hijo del Autor..., Madrid, por Luis Sánchez,1624. Vestidura se emplea aún para narrar el sucedido de « Sisiberto o Sicario » en la misma pág. 105.

27.    Templo militante. Flos sanctorum y triunfos de sus virtudes, I y IIa parte. Lisboa, por Pedro Crasbeeck, 1613.

28.  La iglesia militante. Madrid, por Francisco Martínez, 1642, fol. 148 v°.

29. Salazar de Mendoza, pág. 123. Añade, empero, que esto es sólo « si van conformes con la tradición, o con las historias », mencionando una estampa italiana que no se conformaba con ellas : « Esto es pintar como querer, y licencia de escultores y de pintores, los cuales, y los poetas, dice Horacio, tienen poder para atreverse a cuanto se quieren ». El mismo argumento, la misma cita clásica y el mismo refrán había empleado dos lustros antes Francisco de Padilla ante un caso análogo : « A San Ciríaco lo pintan con Dalmática como a Diácono, y por qué », propone el índice; y el texto aclara que es « por la licencia de Pintores, que es grande la que ellos y los Poetas tienen, como lo dice Horacio en su arte Poética en estos versos :

« Pictoribus, atque Poetibus

Quid libet audendi semper fuit aequa potestas ».

y de aquí ha nacido el Proverbio que dice, Pintar como querer ». (Historia eclesiástica de España, I. Málaga, por Claudio Bolán, 1605, fol. 199).

30.    Sanctoum trium Episcoporum Religis Benednie luminum, Isidori Hispalens., Ildefonsi Tolet., Gregorii Card. Ost., vitae et actiones..., Romae, apud Iacobum Ma-cardum, 1606. La vida de S. Ildefonso comienza en pág. 108, y la Descensión ocupa las págs. 129-137 ; lo citado corresponde a la 129.

31.    Pág. 8 del primer artículo citado ; en la misma página del segundo reconoce que « avec prenda, le vers devient faux ». — Cf. Liturgia, encyclopédie populaire des connaissances liturgiques, publiée sous la direction de l'abbé R. Aigrain, Paris, Bloud et Gay, 1930, pág. 21.

32.   Romance « Parióme adrede mi madre... », versos 49-52 (n° 712, pág. 843 de la edición de J. M. Blecua) ; El mundo por de dentro (Sueños, edición Cejador y Frauca, t. II, pág. 30).

33.   Salazar de Mendoza, págs. 125-127; lo citado corresponde a la pág. 126.

34.   Le Líber ordinum en usage dans léglise wisigothique et mozárabe d'Espagne...,publié... par D. Marius Férotin, Paris, librairie de Firmin-Didot et Cie, 1904 (Monumenta Ecclesiae litúrgica, V), col. 54 y nota 1. Recuérdese que Yepes Bolaño llamó al don « estola », quizás con este mismo valor litúrgico.

35.    Ramón Pérez de Ayala, Belarmino y Apolonio. Madrid, Calleja, 1921, pág. 270.

36.    Remitimos de nuevo al folleto del P. Antonio Ballerini (Quaestio an Sanctus Hildefonsus episcopus toletanus Conceptae Virginia festum in Hispaniis instituerit, Parisiis, apud Jacobum Lecoffre et socios, 1856), cuya respuesta es negativa.

37.    Les langues néo-latines, LIX, fase. 4, décembre 1965-janvier 1966, n° 175, pág. 28.

38.    Para todo lo referente a la historia de la casulla nos guiamos por el artículo Chasuble, firmado por Dom Henri Leclercq, del Dictionnaire d'archéologie chrétienne et de liturgie, III, i : 1174 sigs. ; utilizamos también el artículo Aubes baptismales (por P. de Puniet) del mismo Dictionnaire, I, ii : 3118-3140.

39.    Sermón octavo del novenario de Toledo, fol. 123 v°, de la 2a foliación ; sobre su etimología, véase Dom Leclercq, col. 1179.

40. Los ornamentos sagrados en España, su evolución histórica. Barcelona-Buenos Aires, Labor, 1935 (col. « Labor », 356-357), pág. 91. En la sintaxis del P. Villanueva (alba, sola, sobreentendiéndose casulla o planeta) se reproduce la evolución que hemos supuesto.

41.    Salazar de Mendoza, págs. 93-94 y 97-98, texto latino y traducción. Según un relato hagiográfico paralelo, Nuestra Señora habría dado a San Bonito de Auvernia « una casulla. La cual se guarda y se muestra hoy en Auverna, y dicen que es muy blanca... » (ibid., pág. 140). Los dos textos figuraban ya en Gaetani, pág. 108 (Martirologio) y pág. 136 (vida de S. Bonito).

42.    Op. cit., pág. 525, nota a la Vida de San Ildefonso por el Cerratense. Damos el texto de Mabillon por sus Annales Ordinis S. Benedicti (Tomus primus. Lutetiae Parisiorum, sumtibus Caroli Robustel, 1703, pág. 45; en la transcripción del P. FIórez hay algunas pequeñas diferencias). El P. Mabillon comenta la misiva del monje Ilermannus, que nombra la « casulam pretiosissimam, quam beata Dei genitrix sancto Hildefonso dederat, ob remunerationem trium libellorum, quos de virginitate sua composuerat ».

43. El Arzobispo de Toledo, Diego de Astorga y Céspedes, insinúa en su carta preliminar que el alegato en folio de Nicasio Sevillano, que prologa, « parece [!] respuesta a el Memorial, que dio a el Rey nuestro Señor la Santa Iglesia de Sevilla, en asunto de Primacía... ».

44.Loc. cit., págs. 10-14.

45. P. José A. Jungmann, El Sacrificio de la Misa. 3a ed., Madrid, 1959 (Biblioteca de Autores Cristianos, 68), sección tercera, La comunión, pág. 837 sigs. ; las frases entre comillas corresponden a las págs. 960 y 961. El divorcio entre dos de los sentidos de la voz comunión — la Eucaristía o el acto de recibirla, y el canto que la acompañaba — se patentiza en la nota 37 de esa misma página : « Es extraño que no sólo un versículo (Requiem aeternam), sino además la repetición de una parte de la antífona (Cum sanctis tuis) se haya conservado en la misa de difuntos, a pesar de que no era costumbre que los fieles comulgasen en ella durante el Medioevo. »

46.  Bordeaux, 1967, págs. 234-235.

47. Crónica general de la Orden de San Benito, tomo VI, centuria vi, Valladolid, por F. Fernández de Córdova, 1617 ; fol. 205. Sobre esta antiphona ad accedentes, en particular en la liturgia mozárabe, véase Jungmann, pág. 961 ; y véase la n. 3 de la pág. 23 en el t. I de la edición del manuscrito de Las Huelgas por Monseñor Anglés, sobre el « Misale Mori dels segles XII-XIII, que se guarda a l'Academia de la Historia de Madrid, sign. 45. Malgrat tractar-se ja d'un Ms. amb notació romana, hom i troba l'Offerenda, el Sacra, Communicanda, etc., dels llibres mozarabics ».

48.   Pasaje de los muchos omitidos por Fitz-Gerald : Vida y milagros de el Thaumaturgo español, Moysés Segundo, Redemptor de cautivos, Abogado de los felices partos, Sto. Domingo Manso..., Madrid, impr. de los hros. de Francisco del Hierro, 1736, pág. 109, § 173.

49.  DlSSERTATIO HISTÓRICA / DE SANCTO domingo DE guzman, / ordinis PRAEDIcatorum patriarcha, / Canónico Regulari Augustiniano Praemonstratensi in /Observantissimo Monasterio Sanctae Mariae de la Vid. / in qua / De utriusque Ordinis, sed praecipue Praemonstratensis, / dignitate, instituto, Observantia, & habitu. / [6 líneas más] / auctore / R. P. Mag. D. Fr. Joseph Stephano / de Noriega, Sac. Theol-Lectore emérito... / [otras 6 lineas] / — / superiorum permissu. Salmanticae : ex Offic. Francisci García Onorato & S. Miguel, / Civit. Titul. Typogr. Anno Dom. 1723. — Lo citado corresponde a las págs. 5 y 6.

50.   Ascendencia / esclarecida, / y progenie illustre / de nuestro gran padre Santo Domingo, / fundador / del orden de predicadores. / Tomo primero [¿y único? Siguen 15 líneas] / escriviala / Don Pedro Joseph de Mesa Benitez de Lugo. / con privilegio. / — / en Madrid : Por Alfonso de Mora.Año de M. DCC. XXXVII; págs. 126-127.Que apareció sólo un tomo — o por lo menos que sólo había aparecido uno al escribirse la Carta — parece desprenderse de la « Carta familiar a Don Pedro Joseph de Mesa Benítez de Lugo, autor del libro nuevo institulado Ascendencia... », que firma el Lic. D. Luis López (Salamanca, s. f.).

51.  Sacri et Canonici Ordinis Praemonstratensis Annales..., Pars Prima, tomus II. Nanceii, apud Viduam Joan. Bapt. Cusson, & Abelem-Dionysium Cusson, 1736 ; col. 1129. Anuncia que combatirá, en sus Anales, las afirmaciones de los Bolandistas : véase, sobre Cuyper, más abajo.

52.  Raphaël Van Waefelghem, Répertoire des sources imprimées et manuscrites relatives à l'histoire et à la liturgie des monastères de l'Ordre de Prémontré, Bruxelles, A. Dewit, 1930. No cita a nuestro autor ni entre las fuentes generales ni en los n° 694, Monasterio de la Vid, pág. 315; 514, S. Joaquín de Madrid, pág. 232 ; 450, Retorta, pág. 208.

53.   Écrivains, artistes et savants de l'Ordre de Prémontré. Dictionnaire bio-biblio-graphique par le Fr. Léon Goovaerts. I, Bruxelles, Soc. belge de Librairie, 1899, pág. 291 : « Garcías (Emmanuel), historiographe de l'Ordre en Espagne (1685), vicaire general, abbé de Retorta. Notre annaliste Hugo fait son éloge en ees termes : Is magisterio generali Congregationis per multos annos functus, et Historiographus Ordinis designatus, plurima consarcinavit monumenta Abbatiarum Hispaniae, ex quibus Annales concefit praelo páralos. — Source : Hugo, Annal. II. col. 668 *. No tengo a la mano el Monasticon Praemonstrátense de Norbert Backmund (Straubing, 1949-1961, 3 vols.) ; en su artículo Los abades trienales de la congregación premonstratense de España (en : Hispania Sacra, XI : 427-278, 1958) se ocupa detenidamente de José Esteban de Noriega.

54.   De / Guzmana Stirpe / S. Dominici / Fundatoris Familiae Fratrum Praedicatorum / histórica demonstratio / [4 líneas más] / edita / A Fr. Antonino Bremond / [otras 3 líneas seguidas del escudo pontifical] /Romae, MDCCXL. /Typis Hieronymi Mainardi [esta última línea en versalita] / — / SUPERIORUM PERMISSU. Pág. 102 : « Caput x. Expenduntur quaedam alia vetera monumenta, quibus S. Dominici nobilitas probatur. » ; subtítulos « III. & IV. Duo, quae Praemonstratenses laudant, expenduntur monumenta. » Lo citado corresponde a las págs. 103 y 104.

55. Historia / de la provincia de España, / de la Orden / de predicadores./ primera parte. / contiene SU ilustre origen, principios, / y prOgreSSOS de SUS Fundaciones, hasta el Año / de M. CCC. / Tomo primero. / Vida de su Esclarecido Patriarca / S. Domingo / de Guzmán escriviala / EL PRESENTADO FR. MANUEL JOSEPH / de Medrano... / [11 lineas] /— / con privilegio : En Madrid, en la Oficina de D. Gabriel del Barrio, / Impressor de la Real Capilla de su Magestad. Año de M. DCCXXV.56. Apología / por el habito / de / Santo Domingo / en la Orden de Santiago, / y Alegación à favor de la Orden de Santiago... [7 líneas mas] / Sv avtor / Don Joseph López Agvrleta... / [otras 5 líneas] / — / con privilegio. / En Alcalá : Por Manuel Moya, Impressor de Libros. Año 1725.

57. Acta Sanctorum Augusti..., t. I, Antverpiae, apud Jacobum Antonium van Gherwen, 1733. Véanse págs. 391, 427, 428, 440, 517, 568, 639.

58.  P. Antoine Touron, La vie de saint Dominique de Guzman, fondateur de l'Ordre des Frères Prêcheurs.... Paris, Gissey, Bordelet, Savoye, Henry, Durand, 1739, págs. 18-23. Niega la permanencia del Santo en el Monasterio de la Vid, pero no menciona a Berceo.

59. Dissertatio de Guzmanico S. Dominici Stemmate..., auctore Guilielmo Cupero... Antverpiae, apud Bernardum Albertum Vander Plassche, 1740. Reproduce parte de los argumentos del P. Touron.

60.  Citamos las Memorias para la historia de la poesía y poetas españoles por la reedición de la Colección Hórreo (Buenos Aires, Emecé, 1942), pág. 187. Versos de arte mayor tiene aquí el significado general de « versos largos ».

 

 
 

Congreso Eucarístico Internacional de Barcelona (Montjuic),1952. En la  imagen, obra de Ortiz Echagüe, tanda de ordenaciones sacerdotales conferida, en las campas deportivas de Montjuic, a ochocientos presbíteros.(Hacer clic sobre la imagen para saber más)

 
 
 

 

Tres notas sobre Berceo
y la historia eclesiástica española

 

 

 

daniel Devoto
C. N. R. S., París.

Bulletin Hispanique.
Tome 70, N°3-4, 1968. pp. 261-299
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