Introducción

Entre las historias legendarias que, de manera temprana, se ligaron a la biografía ficticia del célebre conquistador macedonio se encuentra la del encierro, en los Montes Caspios, de las tribus malditas de Gog y Magog; dos pueblos cuyo origen y existencia aún resultan un misterio, pero que en los textos sagrados aparecen como la antípoda del Bien y no sólo eso, sino como el castigo que, en el fin de los tiempos, Dios impondrá a los mortales. En este escrito, trataré de revelar algunas fuentes que relacionan a estos seres aberrantes con Alejandro Magno; así como ciertas manifestaciones y funciones de la leyenda en la literatura medieval, tomando en cuenta su aparición en textos tan relevantes para este periodo como el Alexandre hispánico y el anglonormando Livre des Merveilles du Monde de Jean de Mandeville.

 

I La leyenda de Gog y Magog en la literatura islámica, bíblica y de la Antigua clásica

Vistos a veces como dos individuos independientes, otras como topónimos o bien como tribus malditas de seres aberrantes –es decir, sujetos más bien colectivos y muchas veces antropófagos–, Gog y Magog entran en la historia del imaginario occidental del Medioevo, señala Gracía Alonso (827), vía la literatura profética hebrea y posteriormente cristiana que, empero, en ningún momento relacionan estos dos nombres con el del conquistador griego.

Caso contrario sucede con la antigua literatura islámica, pues en el Corán se menciona que Zu-l- Karnain ("el de los dos cuernos", es decir Alejandro Magno) fue el vencedor de los pueblos impuros. El texto sagrado dice:

Te preguntarán por Zu-l-Karnain. Di: cierto, os recitaré de él recuerdo. En verdad nosotros lo asentamos firmemente en la tierra y le trajimos de toda cosa una razón y siguió un camino […] Hasta que dizque llegó entre las dos montañas, encontró debajo de ellas, un pueblo que apenas si entendía palabra. Dijeron: ¡Ye Zu-l-Karnain! En verdad Achuch y Machuch [Gog y Magog] son, corrompedores de la tierra, ¿quieres que te asigne un tributo para que pongas entre nosotros y entre él muralla? Dijo […] traedme lingotes de hierro hasta que iguale el espacio entre las dos montañas. Dijo: soplad, hasta que dizque le ponga fuego. Dijo: traedme, echaré sobre él alquitrán. Y Achuch y Manchuch no pudieron escalarlo y no pudieron encontrar para él socavación. (Azora XVIII, vv. 82-96, p. 262-263 Las negritas son mías)

Sin embargo, mencionaba con anterioridad, en el caso de la literatura hebrea habría que mencionar que ésta no relaciona en ningún momento a Alejandro Magno y a estos pueblos impuros. De esta suerte, la aparición de estos personajes en la literatura sagrada hebrea suma tres ocasiones. Así, en el Génesis (x, 2) se habla de un hijo de Jafet –por tanto, nieto de Noé– llamado, según variantes, Gom, Gog o Gomer. Se mencionan también tres de sus hijos (Askenaz, Rifat y Togarma), pero no se dice nada más. Posteriormente en el Libro de Ezequiel, quizá el libro profético más importante del Antiguo Testamento, se encuentra una profecía que prevé la supuesta invasión destructora del príncipe Gog al pueblo de Israel (Ez, xxxviii). Cabe resaltar ciertos aspectos que posiblemente, y de manera posterior, serán rescatados en la fusión de la historia con la figura de Alejandro Magno; y es que en este relato se dice que Gog, príncipe de Mesec y Tubal, "subirá contra una tierra indefensa, irá contra gentes tranquilas que habitan confiadamente; todas ellas habitan sin muros, y no tienen cerrojos ni puertas" (Ez, xxxviii, 11). Como se observa, en Ezequiel, se encuentra ya la idea del encierro, pero en sentido inverso. De cualquier manera, éste no es el relato bíblico que definirá el carácter apocalíptico de estos personajes, sino que Gog y Magog tendrán que esperar al Libro de la Revelación o Apocalipsis de San Juan, en donde se afirma lo siguiente: "Cuando Satanás sea resuelto de su prisión, saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra. [Satán, entonces,] Llamará a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar" (Ap.xx: 7-8). Sin duda, con esta afirmación, Gog y Magog, que en este caso se convierten en nombres colectivos, se consolidaron no sólo como posibles invasores, sino como aliados del Mal y heraldos del fin de los tiempos. Pero aún queda una pregunta ¿cómo se vinculó la historia de Gog y Magog con Alejandro Magno y el encierro de ciertas tribus judías en los montes Caspios? Veamos.

Antes de que los nombres de Gog y Magog se incorporaran a la historia legendaria de Alejandro Magno, al macedonio también se le había atribuido la construcción de las llamadas Puertas Caspias, que muy pronto fueron identificadas en la realidad extratextual con la serie de fortificaciones en red que se hallan a las orillas de la ciudad de Derbent, Rusia, y que quizá datan de un tiempo posterior al mismo Alejandro (¿acaso, entonces, estaremos hablando de una superposición de leyendas?). No obstante, lo que tenemos en un principio es la supuesta construcción de estas murallas por orden del macedonio quien, según cuentan las historias, lo hacía para salvaguardar su imperio de la invasión de los bárbaros del norte, llamados por lo general escitas. Posteriormente, en el siglo i, Flavio Josefo identificó a los escitas con Gog y Magog de la siguiente manera:

Los primeros que ocuparon las tierras les dieron nombres que honraban a los nietos de Noé. Jafet, el hijo de Noé, tuvo siete hijos. Se instalaron en las tierras que comenzaban en las montañas Tauro y Amán y que se extendían por Asia hasta el río Tanais, y por Europa hasta Cádiz y llamaron a las tierras con sus propios nombres. Gomar fundó las que los griegos llaman ahora gálatas, pero que antes se llamaban de los gomarenses. Magog fundó a los que llamaron magogas, pero que los griegos denominan escitas. (Antigüedades de los Judíos I, 6, 1, las negritas son mías)

En efecto, Flavio Josefo ubicó a los escitas más o menos en los mismos territorios en los que encuentran los Montes Caspios, es decir, el Cáucaso. Por lo cual, este autor actuaría como una "bisagra" en la leyenda pues, por consecuencia, "Alejandro construyó las puertas del Cáucaso para encerrar a Gog y Magog." (González Rolán, 397).

Si tomamos en cuenta que Flavio Josefo (siglo i d. C) vivió dos centurias antes de la redacción de la Novela del Pseudo Calístenes (siglo iii d. C) –que, como se sabe, es el hipo texto arché de donde derivan todas las versiones de los romanceamientos de la vida de Alejandro Magno, incluyendo los romans franceses d’Alexandre y el hispánico Libro de Alexandre no resulta raro que el autor de esta obra, o bien algún otro que tratara de "enmendarla" tiempo después, decidiera incluir este pasaje con respecto a la historia del ya mítico conquistador, pues en alguna de las recensiones de la Vida y hazañas de Alejandro de Madecedonia del Pseudo Calístenes se lee que, estando en el Cáucaso, Alejandro afirma lo siguiente:

Allí encontré además muchas tribus que comían carne humana y que bebían sangre de animales y fieras como si fuera agua. No enterraban a sus muertos, sino que los devoraban. Ante el espectáculo de tan perversísimas gentes, temerosos de que con este tipo de alimentación contaminaran la tierra con sus perversos y corrompidos hábitos, solicité la ayuda de la providencia de lo alto y me fortalecí ante ellos […] Y emprendí la persecución tras ellos, hasta que se encontraron entre las dos enormes montañas a las que se les da el nombre de "Los Pechos del Norte", [donde] no hay entrada ni salida […] Y maquiné un plan por todos los medios para que no tuvieran aquellas gentes otra salida para escapar de aquel lugar […] En aquel momento supliqué a la providencia de lo alto con todo mi corazón, y atendió mi súplica. Dio órdenes la suprema providencia a los dos montes, y ellos se movieron y avanzaron uno hacia otro hasta distar doce codos. E hice construir unas puertas broncíneas de 32 codos de ancho y de una altura de 60 codos, e hice vestir esas mismas puertas de una sustancia indestructible por la parte de dentro y de fuera […] para que nada fuera capaz de destruir aquel portón que denominé Las Puertas Caspías. A 22 reyes dejé encerrados allí. Los nombres de sus pueblos son: Magog, Cinocéfalos, Nunos, Fonocératos, Gog […] (III, 29, pp.177-178).

Sin duda, muchos elementos de este pasaje, incluyendo al Alejandro que se enfrenta a las razas monstruosas como los cinocéfalos u hombres con cabeza de perro, se conservarán en la Edad Media. Sin embargo, antes de ahondar en materia, baste mencionar que, por lo menos desde siglo iii, con este mito, Alejandro se convierte en el paladín de la providencia; un héroe que preserva el orden y la pureza del mundo, ante pecados tan abominables como la negación de sepultura a los muertos o bien, peor, ante la antropofagia. Sin embargo, ¿podríamos afirmar que la obra del Pseudo Calístenes fue la única que contribuyó en el Medioevo para difundir la leyenda del encierro de Gog y Magog? Al parecer, no. Veamos esto a continuación.

 

II Gog y Magog en la literatura medieval

Como ya han afirmado varios estudiosos del tema (González Rolán, 396; Gracía Alonso, 82; Block Friedman 45-46, 58; Kappler, 107 y ss.), la leyenda de Gog y Magog fue ampliamente conocida durante época medieval. Relacionados o no con Alejandro Magno, Gog y Magog siempre representaron el fin del mundo o bien el fin de un periodo histórico-político, sobre todo en la Alta Edad Media, cuando a Gog se le identificó con el imperio mongólico. No obstante, mucho antes, hacia el siglo iv Ambrosio identificaba a Gog con los godos de las invasiones bárbaras, al mencionar que "Gog iste Gothus est" (De Fide, II); una idea que sin duda apoyó dos siglos después San Isidoro de Sevilla, al afirmar que –por el parecido de la etimología, sí, pero también por el carácter apocalíptico–, los Godos tenían su origen en los pueblos de Gog y Magog (Etymologiae IX, 2.27, 2.89).

Es posible que, en gran medida esta leyenda se conociera gracias a la obra del Pseudo Calístenes. No obstante, tal como señala González Roldán (396), por lo menos en España, fue el Pseudo Metodio quien difundió la historia, gracias a sus Revelationes; un texto que sirvió a los traductores de los scriptoria alofonsíes para redactar lo correspondiente a la vida de Alejandro Magno, en la General Estoria, donde también se pueden leer, en la parte IV, cinco pasajes relacionados con el tema: I) De las yentes de que cuentan las estorias que encerró el rey Alexandre el Grand; II) De Gog y Magog a los qui el rey Alexandre encerró; III) De lo que estos nombres de Gog y Magog quieren decir; IV) de las razones que maestre Godofre dize aún de las razones d’estas yentes; V) D’un departimiento fecho sobre las razones d’estas yentes encerradas.

Es cierto que la leyenda tuvo resonancia en otro tipo de literatura que no necesariamente pertenecía al ámbito de la historiografía; pienso, por ejemplo, en La carta del Preste Juan, donde su autor amenaza a Occidente al decir que su reino incluye pueblos que "sólo se alimentan de carne, tanto de hombres como de animales y fetos y que nunca temen a la muerte […] Estos son sus nombres: Gog y Magog, Amic, Agic…" (90); sin embargo, la leyenda de Gog y Magog se expandió, en efecto, gracias al ámbito historiográfico, cuya producción se dio en la mayor parte de las lenguas europeas e, incluso, en determinado momento, se relacionó también con otros ciclos heroicos que no necesariamente tejían algún vínculo directo con Alejandro Magno, como es el caso del ciclo artúrico. De esta manera, incluso hasta el siglo xiv se pueden encontrar testimonios como el de Jean d’Outremeuse, cronista de la ciudad de Lieja, quien, en su Ly myreur des histoirs (ca. 1365), señala lo siguiente:

Debéis saber que los países que Alejandro conquistó [es decir, toda la región] son más grandes que toda la conquista que Julio [César] hizo durante toda su vida, pues éstos se extienden por las dos partes de África, donde todavía restan xxii reinos por conquistar de los cuales cada uno, cada rey, tiene ocho territorios bajo su ley, y cada uno también tiene cien mil combatientes. Cuando Alejandro vio tal poder decidió no combatir con ellos y mejor encerrarlos juntos por medio de una oración que hizo él a Dios, viendo el alto cielo. Tanto se esforzó Alejandro que Dios omnipotente escuchó sus palabras e hizo que las montañas se juntaran, excepto por un paso de quince estadios, que Alejandro cerró artificialmente por unas puertas de hierro y las cubrió tan fuertemente de piedras que nadie las puede encontrar, además las salidas de las puertas permanecieron selladas de manera más fuerte que el fierro soldado por la fuerza del fuego. Y ahí se encuentran las montañas de Gog y Magog […] Y Gog y Magog son los nombres de dos de los principales reyes de Oriente. (282, La traducción es mía).

Como se observa, los rasgos de un Alejandro defensor del Bien se conservan hasta la Alta Edad Media con autores como Jean d’Outremeuse, a quien por mucho tiempo, por cierto, no sólo se le atribuyó la verdadera autoría del Livre des Merveilles du Monde de Jean de Mandeville, sino también la verdadera identidad de este mismo autor. Sin embargo, ¿cómo se presenta la leyenda en el texto del verdadero, aunque siempre inasible, Mandeville? Enfoquémonos en estas dos obras que fueron cruciales en sus respectivos contextos histórico-político y geográfico. No obstante, para comenzar hagámoslo con el texto hispánico, debido a que cronológicamente es anterior.

 

III Gog y Magog en el Libro de Alexandre y en el Livre des Merveilles du Monde de Jen de Mandeville

Estructuralmente, el pasaje en el que se narra el episodio del encierro de Gog y Magog en el Libro de Alexandre abarca 19 cuadernas del texto (cc. 2098-2116). Como otros pasajes, éste es también una narración subordinada a episodios mayores de la historia. En concreto, a la descripción y relato de cosas y aventuras que Alejandro observa y experimenta en la India. Asimismo, y tomando en cuenta la economía del relato, podemos hablar de seis momentos claves en el episodio:

    1. Introducción (cc. 2098-2100).

    2. Ubicación de los pueblos impuros (c.2101).

    3. Caracterización (c. 2102-2105)

    4. Historia bíblica (cc. 2106-2110).

    5. Castigo a los pueblos impuros (c.2111-2115)

    6. Cierre del pasaje (c.2166).

La introducción comienza con una amplificatio del autor del Alexandre con respecto a su hipotexto –es decir, la Alexandreis de Gautier de Châtillon–, pues éste no contiene ningún pasaje alusivo a Gog y a Magog y esto se da a conocer de la siguiente manera:

Pero Galter el bueno en su versificar,

Sediá ende cansado e queriá destajar,

Dexó de la materia mucho en es logar;

Quando lo él dexo, quiérolo yo contar. (c. 2098)

Posteriormente, el autor ubica el espacio pretendidamente geográfico de su narración y, con ello, el lector tiene la posibilidad de reconocer la leyenda, pues puede asociar estos datos con los nombres de las tribus malditas. Así, se menciona que:

Tras unas altas sierras, Caspias son llamadas,

que, fuera de un portillo, non avié más entradas,

falló muchas gentes en uno ajuntadas,

fue tan grand muchedumbre que non serién contadas. (c. 2101)

Ante el espectáculo de observar tanta gente viviendo en medio de esos montes, el rey Alexandre le pregunta a un sabio acerca de la identidad de ese pueblo, a lo cual el anciano responde que se trata de judíos que Dios hizo cautivos, debido a su desobediencia, a su avaricia, a su poca fe y a su "suzia mantenencia" (c.2105c), un eufemismo que nos remite evidentemente a la antropofagia. Todos estos, como señala Bañeza Román, en su texto Las fuentes bíblicas…(117), son rasgos plenamente antisemíticos comunes en la Edad Media. Por lo cual no resultan extraños.

Después de esto, el autor, haciendo uso de su amplia cultura libresca, en cinco cuadernas (cc.2106-2110) resume varios pasajes atinentes a la historia del pueblo judío, según los textos bíblicos; y esto lo hace mediante alusiones a libros como el Éxodo, Samuel, Ezequiel, etc. Empero, no es sino hasta la c.2111, cuando Alejandro, convencido de que se trata de gente impura e indigna, decide otorgarles un castigo: el encierro perpetuo. Por ello:

Mandó con argamasas el portiello çerrar,

que nunca más pudiessen nin salir nin entrar,

oviessen y las pascuas por siempre celebrar,

que los que lo oyesen dubdasen de pecar. (c.2112)

Como se observa en el verso "d" de la cuaderna anterior, la ejemplaridad del pasaje se va perfilando claramente. Sin embargo, esto se consolidará a lo largo de las siguientes cuadernas, donde lo maravilloso protagoniza la escena, pues después de haber contemplado aquella gente, Alejandro:

Ovo un firme seso en cabo asmar:

rogó al crïador que Él quisiesse dar,

consejo porque siempre oviessen a turar,

que obra de man fecha non podié firm’ estar. (c. 2113)

Parafraseando, el conquistador, reflexivo, reconoce por un momento que la obra del hombre es efímera y susceptible a la destrucción. Por ello, y debido a que para esta raza maldita el macedonio desea un verdadero castigo, decide pedir ayuda a la divinidad, para que lo asista en la impartición de la justicia terrena. Así, continúa el texto:

Quando ovo el rey la oración complida,

maguer era pagano fuele de Dios oída;

moviéronse las peñas cad’ una de su partida,

soldáronse en medio fue presa la exida. (c.2114)

Indudablemente, ante esta cita, nos encontramos frente a lo maravilloso del milagro, pues es la divinidad quien obra lo imposible. Es decir, si en un momento el dios del Antiguo Testamento abre el Mar Rojo para dejar pasar a su pueblo elegido (Ex.xiii:17,18) en este caso, es este mismo Dios quien ejerce el poder sobre las montañas para que, en sentido inverso, éstas se cierren, enclaustrando para siempre a aquellos que le fueron desleales.

Cabe mencionar que todo esto lo hace el Creador teniendo al rey Alejandro como intermediario entre el mundo de los hombres y el mundo divino. Sólo resta entonces, prestar atención al verso "b" de aquella cuaderna pues, en efecto, el autor reconoce que aunque es pagano, Dios oye la súplica del macedonio, quien está del lado del Bien, por lo cual el pasaje en su totalidad ofrece una idea de ejemplaridad clara; ya que, bajo esta lógica, Dios perdona los errores de los hombres, siempre y cuando éstos quieran enmendarse. Una idea moral que se consolida en la última cuaderna que también sirve como cierre del episodio:

Quanto Dios tanto fizo por ome pagano,

tanto o más farié por un fiel christïano,

por nos non lo perdamos, desto só yo çertano:

qui en Dios ave dubda torpe es villano. (c.2116)

En el caso del Livre des Merveilles du Monde, es deber mencionar que Mandeville coloca la historia en el capítulo que dedica para hablar "De los países e islas que están más allá de Catay", por lo que, en la geografía del texto, Gog y Magog se encuentran alejados incluso de lo que ya de por sí es decodificado como el Otro. Así, como se recordará, en este pasaje también se habla del cordero vegetal en Caldilhe y, justo después, Mandeville afirma lo siguiente:

En ese mismo país están los montes del Caspio [del Cáucaso], allí llamados Uber. Entre esas montañas están encerrados los judíos de diez tribus, conocidos con el nombre de Gog y Magog, los cuales no pueden salir por parte alguna. Allí se quedaron encerrados veintidós reyes junto con su pueblo, viviendo entre los montes de Escitia. El rey Alejandro los acorraló entre esas montañas, donde pensaba dejarlos encerrados con la ayuda de sus hombres, pero cuando vieron que esa obra era imposible de llevar a cabo, rogó al dios de la naturaleza que concluyese la obra que él había iniciado. Y a pesar de que el rey era pagano, y por tanto no digno de ser escuchado, sin embargo, por la gracia de Dios, las montañas se juntaron, de forma que esas gentes siguen viviendo allí completamente encerradas y rodeadas por montañas, excepto por un lado. Por ese lado está el mar Caspio […] sin embargo no es un mar, porque no se une con ningún otro, sino que es un lago, y el más grande del mundo. Por eso aunque quisieran hacerse a la mar no sabrían nunca a dónde arribarían. Además no conocen más lenguas más que la suya propia, que es desconocida para todo el mundo, excepto para ellos; de ahí que no puedan salir (ed. Pinto, 280)

Hay algunos elementos que deben analizarse en este texto. El primero es que, en tanto obra relativamente tardía que recupera esta leyenda, el Livere des Merveilles du Monde ha fusionado de manera completa los nombres de Gog y Magog, con el de las diez tribus judías. Al respecto, señala González Rolán lo siguiente: "la leyenda de las diez tribus de Israel, es decir, las que no volvieron después de las deportaciones de Salmanasar y Sargón, se desarrolló bastante después de la de Gog y Magog, y posiblemente apartir de ella" (398). Sin embargo, como he dicho, el hecho de que en la obra de Mandeville aparezcan estos nombres fusionados se debe a que esta obra es muy posterior al nacimiento de la leyenda.

Por otro lado, como se aprecia en la cita, la idea del encierro por parte de Alejandro, visto como un intermediario de la potencia divina, se repite; e incluso, también, como en el Libro de Alexandre, se hace énfasis en el carácter pagano del macedonio, por lo cual habría que hacer un comentario: mientras que el motivo del Alejandro suplicante ante la providencia para que ésta encierre a los pueblos impuros está ya presente en las obras tempranas de este ciclo, habría que mencionar que, evidentemente, con el paso del tiempo, esta providencia tiene que readapatarse al mundo extratextual en el que se ha gestado la obra, por lo cual se vuelve, ante todo, de carácter cristiano; y en este sentido, el macedonio mismo estaría del lado de la Cristiandad, más que del paganismo.

Este es un hecho que globalmente se aprecia de mejor manera en el Libro de Alexandre que en el Livre des Merveilles du Monde; es decir la medievalización y, hasta cierto punto, la cristianización de Alejandro Magno que es más evidente en el texto ibérico que en el anglonormando. Una apreciación que nos hace preguntar ¿cómo, entonces, se debe observar este pasaje en cada una de las obras? A mi parecer, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el episodio de Gog y Magog, en el Libro de Alexandre, debe leerse más con relación a un héroe épico, pues después de este episodio Alejandro, en tanto guerrero y conquistador, se adueñará del alcázar de Poro y con ello, simbólicamente de la India. Asimismo, en esta obra, el carácter didáctico es evidente, pues el autor mediante su arte retórica, incita a su público a ser buenos cristianos.

A Mandeville, por su parte, en realidad no le interesa en lo absoluto el didactismo, sino que lo único que busca es ofrecer un retrato de las maravillas y asombros de estas tierras. Una intención que se acerca más a la de los paradoxógrafos helenísticos. Así, a pesar de que Mandeville integre o rescate ciertos elementos a la leyenda –por ejemplo, la imposibilidad de comunicarse, algo que nos recuerda a lo monstruoso por el lenguaje en los habitantes de Oriente–, lo cierto es que en el Livre des Merveilles du Monde¸ Gog y Magog forman tan sólo un eslabón más en el catálogo de maravillas que el autor pretende presentar acerca de las tierras que están más allá de Europa y de su cultura hegemónica.

Se trata, como en muchas otras ocasiones, del retrato de un Oriente más bien prefabricado, es decir una imagen hecha por el hombre europeo y, por lo tanto, constructo cultural que el hombre del Medioevo tejió con relación a "las tierras que están más allá". Unas tierras llenas de aspectos ambivalentes, oscilantes entre lo positivo y negativo que, para el hombre occidental, resultaron atractivas por exóticas y maravillosas, pero también monstruosas y aterradoras debido a sus habitantes que, como lo hemos visto, representaron no solamente entes temibles y aberrantes, sino la esencia misma la otredad a la que siempre, por desconocimiento, se le ha temido.

 

 

Bibliografía

Ediciones del Libro de Alexandre y Le Livre des Merveilles du Monde

Los viajes de Sir John Mandeville. Ed. Ana Pinto. Madrid: Cátedra, 2001. (Letras universales 319)

Libro de Alexandre. Ed. Jesús Cañas Murillo. 4ª ed. Madrid: Cátedra, 2003. (Letras hispánicas 280)

Jean de Mandeville. Le livre des merveilles du monde. Édition critique par Christiane Deluz. Paris: CNRS editions, 2000. (Sources d’histoire médiévale 31)

 

Estudios críticos

Bañeza Román, Celso. Las fuentes bíblicas, patrísticas y judaicas del libro de Alexandre. Las Palmas: ed. del autor, 1992.

Block Friedman, John. The Monstrous Races in the Medieval Art and Thought. Syracuse, USA: University of Syracuse, 1999.

González Rolán, Tomás. "El encierro de las diez tribus de Israel y de Gog y Magog por Alejandro Magno (General Estoria. Cuarta parte)", en Atholon: Satura grammatica in honoreum Francisci R. Andrados. Vol. 2. Coord. Luis Alberto de Cuenca. Madrid: Gredos, 1984. 395-407.

Gracía Alonso, Paloma. "La leyenda de Gog y Magog en el Libro del Conocimiento", en Actas do congreso de lingüística e filoloxía románicas. Ramón Lorenzo (coord.) vol. 7. Madrid: Fundación Pedro Barrié de la Maza, 1994. 827-842.

Kappler, Claude. Monstres, démons et merveilles a la fin du Moyen Age. Paris : Éditions Payot, 1980.

 

Obras literarias e historiográficas

 

Corán, el. Ed. y Trad. Julio Cortés. Barcelona: Hereder, 1999.

Flavio Josefo. Antigüedades de los judíos. Barcelona: Clie, 1988.

Jean d’Outremuse. Ly myreur des histoirs, chronique. ed. A Burgnet. Livre Premier. Académie Royal d’Histoire : Bruxelles, 1864.

La carta del preste Juan. Ed. Javier Martín Lalanda. Madrid: Siruela, 2003.

Pseudo calístenes. Vida y hazañas de Alejandro de Macedonia. Trad., prol. y notas Carlos García Gual. Madrid: Gredos, 1988. (Bioblioteca Clásica 143).

Santa Biblia. Antigua versión de Casiodoro de Reina (1569). Revisada por Cipriano de Valera (1602). Brasil: Sociedades Bíblicas Unidas, 1989.

 

 

 
 
 

 

 

 

Alejandro Magno y el encierro de Gog y Magog.
Hacia una trayectoria hipotextual y un análisis funcional
de una leyenda maldita inserta en el Libro de Alexandre y

el Livre des Merveilles du Monde de Jean de Mandeville

GERARDO ALTAMIRANO
Universidad autónoma de méxico